El aborto quirúrgico, en Japón, es legal desde 1949 si la salud de la mujer, ya sea física o mental, está en peligro; por razones económicas; en casos de embarazo por violación o incesto. Salvo en este último caso y si la vida de la madre está en peligro, es necesario, para que se practique el aborto, que la “pareja” también dé su consentimiento, aunque según algunos relatos no van tan lejos y se conforman con considerarlo una formalidad.
Es interesante observar cómo se vive en el país; El culto a los mizunoko, los “niños del agua”, los pequeños que no vinieron al mundo por un aborto, voluntario o espontáneo, representados por figuritas recogidas en los templos, con gorro y delantal rojos, en un intento de significar y calmar un dolor reconocido, claro y evidente. En 2020 se practicaron en Japón unos 150 mil abortos voluntarios, aunque se sospecha que esta cifra está realmente subestimada.
A finales de año, según informa el diario británico “The Guardian” también se aprobará la posibilidad de realizar un aborto químico, o farmacológico, con el uso combinado de mifepristona y misoprostol, ya habitual en la mayoría de los países occidentales. “I Japanese Media dice que el coste de una sola dosis podría ser de unos 100.000 yenes (780 dólares)”, escribe el columnista, “más o menos lo mismo que un aborto quirúrgico, y que las mujeres que lo tomen tendrán que hacerlo bajo estrecha supervisión médica, posiblemente incluyendo la hospitalización.”
También se exigirá el consentimiento del cónyuge en el caso del aborto químico, una condición que ha despertado la ira de los grupos activistas proabortistas de Japón, como Kumi Tsukahara, una de las fundadoras de “Action for Safe Abortion Japan”, que declaró que “el ‘consentimiento del cónyuge’ se convierte en un problema cuando hay un desacuerdo con él o éste obliga a la mujer a dar a luz contra su voluntad”.
La política también tiene su opinión, y mientras Yasuhiro Hashimoto, funcionario y portavoz del Ministerio de Sanidad, dijo: – “en principio creemos que el ‘consentimiento del cónyuge’ es necesario”, otros no piensan lo mismo. Es el caso de Mizuho Fukushima, diputada del opositor Partido Socialdemócrata, que considera que el elevado coste del aborto quirúrgico y la exigencia de consentimiento obligan a las mujeres a “someterse a embarazos no deseados”.
“Las mujeres no son propiedad de los hombres”, declaró Fukushima en el Parlamento, informa de nuevo The Guardian. “Hay que proteger sus derechos, no los del hombre. ¿Por qué una mujer debería necesitar la aprobación de su pareja? Es su cuerpo”. Bueno, en realidad no. Es el cuerpo de su hijo.
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