Hay muchos puntos comunes entre los papados de Pablo VI, canonizado por Francisco el 14 de octubre de 2018, y el mismo Francisco. Tanto por su cantidad como por su intensidad, podrían estas coincidencias llevarnos a pensar que Francisco en su plan pastoral para la Iglesia universal y su reforma, sigue el modelo de gestión de san Pablo VI.
Mencionaré en las líneas que siguen archivos sobre el agente secreto de Pío XII que destapó a un exjesuita comunista quien, traicionando a Pablo VI, causó la muerte de sacerdotes y obispos que evangelizaban detrás del telón de acero; mencionó la condición de masón del secretario de Estado de Juan Pablo II, el cardenal Casaroli, y cómo este cardenal fue el encargado de desarrollar los planes de Pablo VI en su apertura al comunismo.
Bajo el papado de Pablo VI y por la “ingenuidad” de Casaroli se provocó el cisma en China que ahora Francisco trata de arreglar, con el consiguiente riesgo de encontrarse en cambio con un doble cisma: el ya existente entre las dos iglesias —la católica en China y la católico-patriótica—, y el que podría sobrevenir entre los católicos chinos y el mismo Vaticano al sentirse los católicos en China traicionados y considerarse “vendidos” al régimen comunista chino sin entender nada, especialmente después de tantas décadas de martirio. En fin, algo paralelo a la escisión en la iglesia ortodoxa rusa y ucraniana que contemplamos en octubre de 2018
UN AGENTE SECRETO DE PÍO XII Y EL EXJESUITA COMUNISTA COLABORADOR DE MONTINI
Pablo VI sufrió la traición de un colaborador jesuita, Aligheiro Tondi : luego exjesuita, después exsacerdote, más tarde profesor de marxismo leninismo en una universidad comunista, amancebado con una militante comunista, y posteriormente casado por lo civil y reconocido su matrimonio con los años —sanado sub radice—, más tarde empleado civil en el Vaticano y finalmente restablecido al estado clerical. Todo un bendecido por la misericordia vaticana.
El antecedente fue que Pío XII, como Pío XI antes que él, había mandado sacerdotes y obispos clandestinamente a Rusia para asistir a los católicos que se encontraban bajo la bota comunista, para que esos obispos ordenaron sacerdotes también. Pío XII había prohibido al personal del Vaticano hacer tratos con los rusos. Pío XII se había procurado un informador externo al darse cuenta a tiempo —o a destiempo, que para el caso es lo mismo a veces— que vista la corrupción en el Vaticano no podía confiar en sus nuncios por las presiones que estos podían sufrir, o porque sabía que no les podía llegar toda la información necesaria.
El agente de Pío XII en cuestión se llamaba Arnould, un coronel que informaba al Papa casi con carácter mensual. Hacia mediados de agosto del año 1954, el agente secreto Arnould entregó en mano a Pío XII un sobre sellado del arzobispo luterano de Uppsala, Yngue Torgny Brilioth, admirador del pontífice romano y colaborador en las tareas de ayuda a los católicos de los países comunistas. Al confiarle el arzobispo Brilioth esta información confidencial al coronel Arnould, tuvo mucho empeño en rogarle a Arnould que no la hiciera pasar a través de ningún servicio vaticano, sino que lo entregara directamente en mano al Papa. El escrito contenía unas pruebas sobre ciertas relaciones que una alta autoridad del Vaticano mantenía con los gobiernos soviéticos: en clara oposición con las directrices de Pío XII que aborrecía el comunismo, el futuro Pablo VI —monseñor Montini— habría entablado relaciones secretas con los perseguidores de la Iglesia católica en la URSS.
En presencia de Arnould, el papa Pío XII leyó la carta y, con el rostro demudado, guardó silencio: el jesuita traidor padre Aligheiro Tondi, S.J., uno de los consejeros de Montini, había hecho llegar a los soviéticos la lista de los obispos clandestinos y de los sacerdotes que allí habían sido enviados u ordenados en la clandestinidad, los cuales, detenidos, habían muerto o los habían matado en los campos de exterminio. Se menciona a Tondi en esta publicación del año 1954 en Taiwán. El diario impreso de “ABC” de Madrid se ocupó de Tondi también el 30 de mayo de 1953, (puede verse facsímil del artículo aquí). El relato de estos eventos queda refrendado también nada menos que por Alice von Hildebrand, esposa del celebrado Dietrich von Hildebrand, en su relato de cómo su esposo había tratado en vano de conseguir que Pablo VI centrara su atención en el caos que invadía la Iglesia. Parece una situación calcada a la que vive el Vaticano hoy. Alice fue galardonada por el papa Francisco a pocos meses de comenzar su pontificado.
A esta catastrófica torpeza de Montini (futuro Pablo VI) se añadía el grave hecho de que ocultó al Papa Pío XII el cisma de los obispos católicos que se estaba produciendo en la China comunista. A la muerte del cardenal arzobispo de Milán, el ahora beato Ildebrando Schuster el 30 de agosto de 1954, Pío XII mandó llamar al prosecretario de Estado Montini y le comunicó su intención de enviarlo como arzobispo a Milán: eso significaba una disminución de rango desde su condición de jefe de la Secretaría de Estado —sin ser Secretario de Estado propiamente—, a arzobispo en la lejana Milán aunque se tratara de la mayor archidiócesis de Italia. Montini replicó dócilmente: «¡Padre Santo, yo esperaba terminar mi humilde tarea al servicio de Vuestra Santidad en la Curia!» Pío XII resolvió: «¡Excelencia, reciba la primera bendición apostólica como arzobispo de Milán! ¡Le agradezco los servicios prestados!». Sin embargo, Pío XII dejó entender discretamente lo que sería como una mentira piadosa —si existe tal cosa en el código de la iglesia católica— en un consistorio secreto: que ni Montini ni Tardini —el co-subsecretario con Montini en la Secretaría de Estado del Vaticano habían aceptado su nombramiento como cardenales de la santa iglesia católica.
Desde que Pío XII envió a Montini a Milán no volvió a crear cardenales en todo su papado, muriendo el Pío XII cuatro años más tarde. Le sucedió San Juan XXIII, quien fue el que le finalmente otorgó el birrete cardenalicio a Montini.
LA OSTPOLITIK DE PABLO VI
En 1965 y durante el Concilio Vaticano II Pablo VI bloqueó la iniciativa de quinientos padres conciliares que solicitaron la condena del comunismo. En el plano internacional Pablo VI, como su predecesor san Juan XXIII apoyaba la Ostpolitik, que tendía la mano a los regímenes comunistas del Este europeo. Hay una traducción al español que enlazo aquí y que contiene también un análisis en español del artículo de Matthew Cullinan Hoffman de 25 de octubre de 20174 en el portal católico Lifesitenews (aquí en inglés), en el que se relatan condenas perdidas del Vaticano II al Comunismo reveladas al público por primera vez. Jorge Bergoglio, actual papa Francisco, también está acostumbrado a la teología populista de Latinoamérica donde se sentó a la mesa con unas formas de populismo emanadas de la teología del pueblo, hermana o al menos prima de la teología de la liberación surgida tras el Concilio Vaticano II y la conferencia de Medellín de influencia marxista. Esta teología ha influido fuertemente en el pensamiento del Papa Francisco.
Después de la cumbre de Helsinki —entre el 3 de julio de 1973 y la decisiva tercera sesión del 30 de julio al 1 de agosto de 1975— Pablo VI adoptó las ideas de las resoluciones de esa cumbre: liberar a los pobres de la opresión de los ricos, documento en que ni la iglesia católica consiguió que se mencionara a Dios una sola vez; y presionó para que la ONU fuera implementada y deseó la unión de todas las religiones en aras de una paz mundial. En concreto enfocando esa deseada paz a liberar a la humanidad del peligro de una conflagración nuclear abogando por el desarmamiento; serían los países libres los primeros que tenían que dar ejemplo dejando así a los comunistas en una ventaja peligrosa. Populorum Progressio de Pablo VI es un resumen de estos ideales. Juan Pablo II por su parte fundó el consejo Pontificio Cor Unum, que fue una iniciativa a raíz de su primera visita a África, donde pudo verificar personalmente la gran tragedia que viven las poblaciones duramente probadas por la sequía y por la desertificación (puede leerse documento vaticano conf. JPII a los Consejos de Administración de las Fundaciones “Juan Pablo II para el Sahel” y “Populorum Progressio”, aquí).
Por su parte el Papa Francisco transfirió las competencias de Cor Unum al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral el 17 de agosto de 2016 con el Motu Proprio “Humanam Progressionem” siguiendo el espíritu de Juan Pablo II pero en la línea de la hermenéutica de Pablo VI y su desarrollo integral de la persona humana. Ha hecho así confluir en este nuevo ministerio vaticano desde el 1 de enero de 2017 las competencias de los actuales Consejos Pontificios Justicia y Paz, el Consejo Pontificio Cor unum, el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.
En la segunda parte: Flirteo de la iglesia católica con el comunismo: según el cardenal Miloslav Vlk, el Papa Pablo VI ‘vio una Iglesia sin obispos’ y trató de pactar con los diferentes gobiernos para remediar esa situación; “terminó por tener obispos que eran unos títeres.
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