La rebelión de la máquina es un tema de ciencia ficción que ha sido ampliamente explorado en la literatura y el cine. Tiene sus raíces en el mito griego de Prometeo y floreció en el siglo XIX en la novela Frankenstein de la escritora inglesa Mary Shelley (1797-1851). La hipótesis de que una criatura artificial, con rasgos humanos, pueda rebelarse contra su creador, es decir, el hombre, es una inquietud atávica que parece haber encontrado su punto álgido en la actualidad, con robots cada vez más innovadores.
“Nos asusta incluso a nosotros”
El humanoide más avanzado hasta la fecha se llama” Ameca” y es obra de la empresa de robótica “Engineered Arts”. Incluso los creadores lo encuentran “aterrador”. Como se ve en un vídeo publicado en Corriere.tv el androide tiene un sorprendente parecido con un hombre. Los movimientos y las expresiones faciales podrían ser los de una persona. Sobre todo, la analogía más sorprendente es la reacción del autómata cuando alguien invade su “espacio personal”. En las imágenes se puede ver la mano de un hombre acercándose a la cara del ciborg, que la mira con el ceño fruncido y luego, con un rápido gesto, la agarra cuando se acerca demasiado y la aparta. “Esto nos asusta incluso a nosotros”, reiteran los informáticos de Engineered Arts.
Robot en venta
El robot que asusta incluso a sus creadores mide 1 metro y 81 centímetros, pesa 49 kilos de plástico, metal y silicona, y puede articular 51 movimientos diferentes con el torso y los brazos. Se presentará oficialmente en la feria de electrónica CES, que comienza en enero en Las Vegas. El robot se pondrá a la venta. No se ha anunciado el precio, pero se calcula que se trata de decenas de miles de dólares. Pero, ¿Qué hace un comprador rico con Ameca? ¿Qué hace una empresa, una organización, un Estado con Ameca? Esta es la pregunta que debe provocar la reflexión.
De la biología a la informática
La incapacidad del hombre para ponerse límites a sí mismo en el campo de la ciencia biológica debería hacer saltar las alarmas: los úteros artificiales, los híbridos humano-animales, la edición genética, los humanos sintéticos representan desafíos modernos a las barreras de la ética. ¿Por qué, entonces, hay que respetar esas barreras en el ámbito de la informática? La cuestión también se ha planteado en Washington, donde se está estudiando una “carta de derechos” para regular la inteligencia artificial: “la necesitamos para defendernos de las poderosas tecnologías que hemos creado”, escriben en Cableado Eric Lander y Alondra Nelson, director y subdirectora de la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca.
Juez robot
Sin embargo, algunos escrúpulos corren el riesgo de ser ignorados en otras latitudes. Recientemente, Richard Moore, director del Servicio Secreto de Inteligencia (también conocido como MI6), es decir, el servicio de inteligencia exterior británico, advirtió: “Nuestros adversarios están invirtiendo dinero y determinación en dominar diferentes áreas de las nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial”.
Moore, como señala Gabriele Carrer en Hormigas, en primer lugar, se refiere a China: “adaptarse a un mundo afectado por su ascenso” es para los 007 británicos la mayor prioridad”. En este sentido, la noticia lanzada por el South China Morning Post, La Fiscalía Popular de Shanghai Pudong, la mayor de China, informa siempre Ants, está desarrollando un sistema en el que la acusación se confía a la inteligencia artificial. Un juez robot, por tanto, que deshumaniza el derecho llevándonos a un futuro distópico.
El llamamiento a la ONU
Y da escalofríos pensar en la aplicación de la inteligencia artificial en el ejército. “iFamNews” ya ha cubierto el soldado ‘biónico‘. Pero la preocupación por una posible deriva transhumanista también preocupa a los del campo. Hace tres años, 116 fundadores de empresas de robótica e inteligencia artificial hicieron un llamamiento a las Naciones Unidas para que frenaran la carrera de los soldados robot. “No tenemos mucho tiempo para actuar: una vez abierta la caja de Pandora, será difícil volver a cerrarla”, concluye la misiva. El tiempo, mientras tanto, pasa inexorablemente.
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