Sí, así es, y aquí te contamos los detalles: un estudiante (18 años) de último año de instituto, Zachary Wilmore, un varón biológico de orientación homosexual, que ni siquiera afirma ser una mujer, sino que es simplemente un hombre gay, decidió presentarse al concurso de Reina del baile en su instituto Rock Bridge (Columbia, MO) y ganó, convirtiéndose así en el primer varón en ser elegido “reina del baile”. Enhorabuena al chico por esta histórica victoria.
En su perfil de Instagram, Zachary preguntó antes a sus seguidores si se presentaba a rey o reina del baile, y la mayoría, sedientos de espectáculo y bromas, votó que debía ir a por la reina. Este joven, que no huye de su condición de hombre (sus pronombres “preferidos” son él/su), no lo hizo, según dice, para ser gracioso o irónico, sino porque quiere que su instituto se convierta en “un lugar más equitativo para las personas de todos los géneros”.
El recién elegido como reina del baile es un alumno entregado, a quien los profesores elogian por su “compromiso con la escuela, su participación activa en las actividades, incluidas las de animación, y por no tener miedo de hacer preguntas e identificar los retos que ve a su alrededor”. ¡Bien por Zachary! Sólo planteando preguntas e identificando los retos que nos rodean podremos cambiar la sociedad y hacer del mundo un lugar mejor para todos nosotros. Bueno, permítanme que yo también cuestione y desafíe.
Mi pequeño cerebro femenino, que no puede alcanzar todo su potencial por culpa del malvado patriarcado que me oprime y que me ha encerrado en una cueva de la que, según me ha dicho la televisión, no quiero salir, está teniendo algunas dificultades para entender cómo el hecho de dar un título de mujer a un hombre es bueno para nuestra sociedad y cómo es que conduce exactamente a un entorno más equitativo. Las feministas nos dicen que el patriarcado pone en peligro a las mujeres porque las expulsa de la esfera pública, coloca a los hombres en puestos de liderazgo, otorga a los hombres diversos títulos y premios, tiene más científicos, historiadores, filósofos, artistas, etc. masculinos en los libros de texto escolares que femeninos, utiliza más héroes que heroínas en los libros que figuran en las listas de lectura en la escuela y cosas similares.
Nos dicen que todos los hombres son violentos y violadores, se aprueban leyes para que el “matón” sea expulsado del hogar familiar a la menor insinuación, pero luego un hombre biológico que dice ser una mujer llamada Fallon Fox, y que le rompió los huesos del cráneo a su oponente mujer y la dejó con una conmoción cerebral – consigue ser declarado “El atleta más valiente de la historia”.
Este no es un ejemplo único. Hace tan sólo unos días, tuvo lugar en Czestochowa (Polonia) un combate de MMA “intergénero” en el que Ula Siekacz fue brutalmente golpeada por un hombre, Piotr Lisowski. El árbitro tuvo que poner fin al combate cuando Piotr clavó a Ula en el suelo y empezó a golpearla. ¿Es esta la forma en que las mujeres deben mostrar y demostrar que son “iguales” a los hombres? Las disciplinas científicas pertinentes afirman indiscutiblemente que los hombres y las mujeres no son (ni pueden ser) iguales: nuestro ADN dicta la fuerza de nuestro sistema musculoesquelético, nuestra resistencia, capacidad de reproducción, nuestras hormonas, e incluso la estructura del propio cerebro, y por tanto nuestros sentimientos, intereses, la forma en que percibimos el mundo, establecemos prioridades en la vida, resolvemos problemas, afrontamos situaciones vitales…
No somos lo mismo pero sí somos igualmente valioso como seres humanos
En un análisis de los libros de texto de las escuelas serbias, los autores liberales descubrieron una tendencia preocupante: los deberes en el aula suelen asignarse en función de los roles de género “estereotipados” en la sociedad, lo que supone un mal ejemplo para los niños. Por ejemplo, dicen que es más probable que el profesor pida a las niñas que rieguen las flores y a los niños que muevan los pupitres. En un mundo que sería un “lugar más equitativo para todos los géneros”, obviamente los niños deberían regar las flores (lo que no sería un problema para ellos; es más, se sabe que los hombres son excelentes jardineros, además de cocineros, por ejemplo), y las niñas deberían levantar y cargar escritorios. En ese mundo “más equitativo”, los hombres llevan vestidos, se llaman mujeres si les apetece, pretenden experimentar el embarazo, acceder a espacios seguros para las mujeres, ganan los concursos de belleza, son declaradas reinas del baile, alquilan el cuerpo de una mujer para tener un hijo que su biología le impide tener con su pareja del mismo sexo… ¿Y dónde quedamos las mujeres?
Quizás… En la cocina, donde debemos estar, ¿no? O trabajando en esos empleos menos remunerados porque ahora un hombre puede decir que es una mujer y así ayudar al empresario cumplir con la “cuota”, y al mismo tiempo el empleador obtiene una “empleada” que no necesita permiso por parto o maternidad, no necesita usar el baño frecuentemente “esos días del mes”, etc.
Naturalmente, con la excepción de las mujeres feministas, que están muy ocupadas poniendo delantales en las estatuas de la ciudad, protestando en topless, haciéndose tatuajes y piercings, y liderando la “genderización” de la sociedad serbia, después de lo cual, como dijo el Dr. Slobodan Antonić, la vida de la cajera del supermercado será sin duda mucho mejor.
Me estoy imaginando a esos jóvenes en la escuela, sentados y descansando del duro trabajo de regar las macetas, y viendo cómo las chicas levantan los pupitres, y me pregunto a qué me recuerda eso… Bueno, por supuesto, recuerda tanto a ese malvado patriarcado que nos han contado donde los hombres se sientan y las mujeres tienen que hacer todo el trabajo y atender todas sus necesidades al mismo tiempo. Sólo que esta vez nos dan nuestra ración de patriarcado los liberales de izquierda y las feministas, que intentan convencernos de que todo esto es “por nuestro bien”.
Uhmmm, esta frase también me recuerda algo…