A pesar de las predicciones de los medios de comunicación internacionales y de la izquierda de que podría ser derrocado como Primer Ministro de Hungría, el defensor de la familia Viktor Orban y su partido Fidesz obtuvieron un enorme e histórico margen de apoyo de los votantes húngaros el pasado domingo, reforzando su margen de gobierno en el Parlamento. Bajo la presión de la izquierda internacional, una coalición de partidos sin precedentes se alineó para intentar desbancar a Orban, argumentando que Hungría debe alejarse de las “cuestiones sociales divisivas” defendidas por Orban y acercarse a las políticas de la UE y la OTAN.
Los votantes húngaros rechazaron rotundamente a los opositores de Orban y enviaron a su gobierno a nuevas cotas de poder, ampliando su mayoría de dos tercios + en el Parlamento. El Primer Ministro Orban dijo que su contundente victoria era: “Una victoria tan grande que se puede ver desde la luna… y desde Bruselas”.
La nación de Hungría es pequeña -menos de 10 millones de habitantes-, pero tiene una influencia enorme y, bajo el liderazgo de Orban, ha marcado una gran diferencia para las familias en la escena mundial. En diciembre de 2020, el gobierno de Orban propuso, y los ciudadanos aprobaron, una enmienda constitucional nacional que establece que la familia está “basada en el matrimonio y la relación padre-hijo. La madre es una mujer, el padre es un hombre”. Los extremistas LGBT aullaron en protesta por una política nacional que favorece el matrimonio tradicional y la realidad biológica del sexo humano. Fueron partidarios clave de la campaña para destituir a Orban en 2022. Su margen de victoria es, pues, una humillante derrota para los grupos de presión y activistas homosexuales. Hungría también ha defendido con firmeza a los creyentes. Es posible que sea la única nación del mundo con un ministro a nivel de gabinete encargado de proteger a los cristianos perseguidos.
IOF, que publica ifamnews.com, lleva mucho tiempo discutiendo la popularidad del partido Fidesz, que defiende el matrimonio tradicional, la naturaleza biológica del sexo humano, la complementariedad de los sexos y otras numerosas políticas a favor de la familia y la infancia. En 2017, la IOF se asoció con el primer ministro Orban y con altos cargos de su gobierno, como la ministra de Familia, Katalin Novak, para patrocinar la Cumbre Familiar de Budapest del Congreso Mundial de Familias. Este acontecimiento puso de manifiesto la increíble labor que el gobierno de Orban está realizando para mejorar la vida de las familias y los niños, y situó su labor en favor de la familia en el punto de mira de todo el mundo. También provocó que Hungría se ganara la enemistad del que quizá sea su hijo nativo más rico, George Soros, que dirigió su ira tanto a Orban como a la OIF. En respuesta, Orban aumentó su gasto en programas pro-familia y desafió agresivamente a los grupos de Soros hasta el punto de que éste se vio obligado a retirar sus operaciones del país. Mientras tanto, Soros ha nombrado a la OIF como su principal oponente.
Así mismo, la ministra Novak ha sido elegida la primera mujer presidenta de Hungría.
No es de extrañar que los radicales LGBT y sus aliados en los medios de comunicación internacionales intenten esconder bajo la alfombra la enorme victoria de Orban. Ignorando la popularidad de las políticas pro-familia que han animado la histórica victoria de Orban, los medios de comunicación se limitan a desestimar su enorme victoria o, cuando se ven obligados a abordarla, tratan de desprestigiar a los partidarios de Orban (más de dos tercios del país de Hungría) como herramientas del presidente ruso Vladimer Putin.
Los medios de comunicación internacionales se preguntan por qué su credibilidad como intermediario honesto de la información está totalmente perdida en la escena mundial. En esto, están en completo acuerdo con sus aliados mediáticos occidentales, a los que muchos consideran nada más que propagandistas partidistas de los grupos de presión LGBT, los radicales del aborto y los demócratas despiertos.
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