La Corte Suprema de Brasil ha fallado en contra de la legalización del aborto para las mujeres embarazadas diagnosticadas con el virus Zika. El 24 de abril, siete de los once jueces votaron en contra de la acción legal, Ação direta de inconstitucionalidade n° 5581, presentada ante la Corte por la Associação Nacional de Defensores Públicos
La decisión se refiere a un caso que surgió hace más de cinco años, cuando la infección por Zika, un virus transmitido principalmente por picaduras de mosquitos, estalló en el norte de Brasil. La epidemia comenzó en 2015 y al principio hubo un aumento del número de niños en el país que sufrían de microcefalia, una enfermedad que provoca un desarrollo de la circunferencia craneal inferior a la media. Debido al aumento de la tasa de natalidad de los niños microcéfalos, se reabrió el debate sobre el aborto y algunos activistas trataron de ampliar el alcance de la ley.
En Brasil el aborto es ilegal, excepto en algunas ocasiones: en caso de violación o si la vida de la madre está en peligro. Sin embargo, desde 2012, si el niño sufre de anencefalia, esa malformación congénita para la que el feto crece pero el cerebro y los huesos del cráneo no se desarrollan parcial o totalmente, entonces la madre puede solicitar un aborto, con el consentimiento de un juez. Esto se debe a que la anencefalia se considera una situación incompatible con la vida.
Luego, la llegada de Zika y el aumento del número de niños microcéfalos llevó a algunos sectores de la sociedad a salir a la calle no sólo para pedir que se incluyera la microcefalia entre las condiciones necesarias para acceder a las prácticas de aborto sino, en general, para pedir la legalización del aborto. Sin embargo, varios expertos han criticado la labor científica presentada en el caso de la ADI 5581, señalando que nadie ha podido establecer una cierta relación causal entre Zika y el aumento de los niños microcefálicos.
Los primeros intentos de legalizar el aborto para los casos de Zika se remontan a 2016, cuando el virus era poco conocido. Estudios recientes realizados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que sólo entre el 5 y el 14% de los fetos de madres infectadas con el virus han desarrollado microcefalia. Por otro lado, según los análisis del CDC, alrededor del 73% de los laboratorios brasileños tienen un grado muy bajo de precisión en el diagnóstico de Zika.
Sin embargo, esto no ha impedido que se inicie un debate masivo, que ha involucrado al país durante años. Los obispos católicos brasileños han hecho oír su voz repetidamente, tratando de defender el derecho inviolable a la vida y subrayando que la microcefalia no impide que el sujeto lleve su propia existencia a la par de otras discapacidades más o menos graves. Por otra parte, hemos asistido al desenvolvimiento de una dinámica ya observada en otros lugares: los que abogan por el aborto creen que obligar a una madre a dar a luz a su hijo y a cuidarlo corre el riesgo de causar graves dificultades mentales y físicas a la mujer. Legalizar el aborto, por lo tanto, significaría respetar el derecho de la mujer a proteger su dignidad y su integridad física y emocional. Es una lógica que no sólo considera los “derechos” de la mujer superiores a los del niño que lleva, sino que no tiene en cuenta que el aborto, dondequiera que se decida, concierne siempre a dos sujetos: la madre y el niño, donde este último es el indefenso e incapaz de elegir.
No se puede apelar contra los fallos del Tribunal Supremo. No obstante, en varios países, el cambio de los miembros del alto órgano judicial ha ido acompañado de un verdadero vuelco de la jurisprudencia que hasta entonces había regulado la vida común, incluida la de los sujetos más débiles.