Last updated on noviembre 29th, 2022 at 10:59 am
Realmente hay un límite para todo. La ideología de género que se inculca a los niños no es del agrado de la mayoría de las familias, ni de un número considerable de especialistas, como médicos, psicólogos y psicoterapeutas. Es significativo que el llamamiento más reciente de la comunidad científica provenga de un antiguo ejecutivo, David Bell, de esa Clínica Tavistock en Londres, que durante años estuvo a la vanguardia de la transición de género para menores antes de caer de las estrellas al establo, tras un ahora notorio caso judicial.
Además de ser un ejecutivo de Tavistock durante mucho tiempo, Bell presidió la Sociedad Psicoanalítica Británica. Sin embargo, señaló que ahora el jarrón está realmente lleno y que hay que poner fin a la matanza de géneros. Es decir, los niños y adolescentes no deben volver a ser tratados como ratas de laboratorio, afirma.
Esto dio lugar a un documento en forma de llamamiento, que fue firmado por un centenar de científicos, académicos e intelectuales de diversas nacionalidades. Entre ellos, el filósofo Rémi Brague, la politóloga Chantal Delsol y el bioético Didier Sicard.
El llamamiento tuvo una buena resonancia mediática en la prensa internacional, incluida la italiana. En un texto conciso pero extremadamente eficaz, publicado en el periódico francés Le Point y en el belga Le Soir los académicos firmantes derriban, pieza a pieza, años de especulación engañosa impuesta en la piel de los más inocentes.
Los psicólogos fuera del coro son marginados e insultados
Basándose en “estudios serios” y en “hechos científicamente probados” sobre el cambio de sexo de los menores, los peticionarios piden, en primer lugar, “que se respete el ritmo propio de los niños y adolescentes en las recomendaciones que hacen las escuelas y las plataformas educativas” sobre educación sexual.
De hecho, muchos de los programas educativos incorporan las “afirmaciones sin fundamento” de numerosos activistas LGBT+, casi siempre carentes de “objetividad”. Otro aspecto considerado censurable: muchos niños y adolescentes son “mostrados en programas de televisión junto a sus padres, para mostrar lo beneficioso que es el cambio de género”, pero sin ninguna referencia a datos reales.
En estos contextos, pues, se dispara el artificio mediático de marginar a los científicos que tienen una visión crítica del fenómeno, que, cuando están presentes, “son insultados antes de cualquier debate”. La consecuencia más previsible es el “efecto de adoctrinamiento en los jóvenes, amplificado por los medios sociales”.
De hecho, estas “presiones mediáticas sin matices” enfatizan en gran medida el mito de la “autodeterminación” en apoyo de la identidad de género, por lo que el cambio de sexo se presenta como la “solución milagrosa” que puede “resolver los trastornos de los adolescentes”.
En cuanto a la educación sexual impartida ya en la escuela primaria, los firmantes del llamamiento denuncian que no se tiene en cuenta la “inmadurez psíquica de los niños”, que se ven así expuestos a “contenidos intrusivos y restrictivos”.
Una “lengua creada de la nada”
Para muchos niños, por tanto, la fase de “normalización” en términos de escolarización y educación va seguida de la medicalización, de la que no hay vuelta atrás. Los firmantes del llamamiento denuncian tanto la ausencia de “racionalidad científica” y “objetividad” en el proceso de adoctrinamiento como el aumento de jóvenes que se someten a la transición médica de género. Estos últimos llevan “cicatrices físicas” que “atestiguan la superficialidad con la que han sido tratados por médicos, psiquiatras y otros profesionales de la salud”.
“Como científicos, profesionales del cuidado de los niños y académicos, nos oponemos firmemente a la afirmación de que las mujeres y los hombres son simplemente construcciones sociales o identidades percibidas”, afirman los firmantes del llamamiento, poniendo así en blanco y negro las afirmaciones más políticamente incorrectas imaginables en este contexto: “Uno no elige su sexo, sólo hay dos. Nacemos hombres o mujeres. El sexo se registra al nacer y se inscribe en el registro civil” y, por mucho que uno pueda “cambiar la apariencia de su cuerpo”, es imposible subvertir su “registro cromosómico”.
El documento se cierra con argumentos no menos radicales: “Es urgente romper con este lenguaje creado de la nada para imponer una idea a todo el mundo”, que “se basa en creencias y equipara la verdad y la opinión científica”, escriben los científicos, advirtiendo del riesgo de “confusión” entre los jóvenes.
Como conclusión, se hace un llamamiento a los periodistas y a los directores de los medios de comunicación para que se esfuercen por “representar no sólo la diversidad de opiniones, sino también los conocimientos probados sobre la disforia de género entre los menores”.
“En interés de todos y, en particular, de los más jóvenes”, concluyen los firmantes del documento pidiendo a las instituciones públicas que “garanticen la exigencia de imparcialidad en la presentación y transmisión de conocimientos sobre un tema tan importante”.
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