El líder más joven y controvertido de la izquierda liberal, o liberalismo de izquierdas, Justin Trudeau, al frente de Canadá desde hace una década, ha encontrado la única solución para promover la felicidad en su país y ahorrar dinero público.
Por un lado, con la continua expansión de las normativas que permiten la eutanasia a enfermos crónicos, simples enfermos, inadaptados sociales, pobres sin hogar, enfermos psiquiátricos (en aumento dada la liberalización del cannabis) e incluso niños y jóvenes de todas las edades, puede decirse que salva docenas y docenas de millones de dólares al año en atención médica y asistencial, a costa de miles de muertes por eutanasia.
Por otra parte, el mismo Canadá que reniega de la “pena de muerte” y proporciona la eutanasia, no supo cómo reducir los costes de las decenas de miles de personas que se encuentran en las cárceles y, como por un golpe de magia, decidió favorecer también allí la eutanasia como “pena de muerte sustitutiva” que permite al Estado ahorrar dinero y “deshacerse” de vidas inútiles o peligrosas.
Estamos en la emulación perfecta de las iniciativas aplicadas por los regímenes comunistas nazi y soviético, la aplicación de principios eugenésicos inmorales y contrarios a los derechos humanos.
Pues bien, mientras que en cualquier sistema liberal y democrático moderno una pena de prisión debería ser una oportunidad para arrepentirse y reintegrarse en la sociedad, en los últimos siete años Canadá ha elegido otro camino y ha aplicado la eutanasia a más presos que ningún otro país del mundo.
Jessica Shaw, académica de la Universidad de Calgary, realizó una investigación sobre la eutanasia en las cárceles canadienses y descubrió que un tercio de las solicitudes de eutanasia de los presos son aprobadas. Esta cifra es significativamente inferior al 81% de aprobación de la población general, pero no se dio ninguna explicación.
Un portavoz de los Servicios Correccionales de Canadá (CSC) dijo a CTV News: “Por razones de privacidad, actualmente no podemos proporcionar un mayor desglose de estas cifras”.
Shaw calificó la falta de detalles de “secretismo en muchos sentidos”, y añadió que “nos preocupa lo que ocurre (y) lo que no ocurre, entre rejas y a puerta cerrada”.
Dijo a CTV News: “Me parece que hay un proceso muy diferente cuando se trata de personas que mueren por muerte asistida en prisión que cuando se trata de la la población general de Canadá”.
Entrevistando a presos, Shaw también descubrió que para algunos de ellos la eutanasia y el suicidio asistido son vistos como un medio para eludir su condena.
Los investigadores descubrieron que 17 solicitudes de eutanasia fueron presentadas por reclusos de larga duración “motivados por el constante e insoportable sufrimiento psicológico del encarcelamiento”.
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