Last updated on abril 21st, 2023 at 06:30 am
Charles Dickens no podía prever que su personaje más conocido, Ebenezer Scrooge, recibiría algún día un premio con su nombre. “Cada año”, explica el Fondo Becket para la Libertad Religiosa, “reflexiona sobre las afrentas más absurdas a las fiestas de Navidad y Hanukah, elaborando una lista de infractores escandalosos y entregando al transgresor más escandaloso de las fiestas un regalo peor que el propio carbón: El Premio Ebenezer”. Este año le ha tocado al condado de King -donde se encuentra la ciudad de Seattle- por su tacaña restricción de las decoraciones religiosas navideñas.
Una fuente de noticias local señaló la paradoja resultante: “Puedes celebrar el Orgullo LGBT y llevar un pin de Black Lives Matter a lo largo de tu jornada como empleado del condado de King, pero es mejor que no muestres un belén o una menorá en tu espacio de trabajo digital o en tu oficina en casa”, como comentó Becket,
Aunque las imágenes de copos de nieve, coronas y pinos siguen estando permitidas,… El departamento de RRHH del condado de King se ha propuesto borrar los emblemas religiosos del lugar de trabajo en línea estas fiestas…. El gobierno no tiene derecho a privar a sus empleados de la alegría navideña obligándoles a desmontar sus belenes y menorás, sobre todo en sus propias casas.
Esa poderosa palabra “derecho” apunta al hecho fundamental de que la libertad religiosa no es un don del gobierno, sino de Dios, y su protección ha sido la piedra angular de la república estadounidense desde el principio. El reconocimiento en la Declaración de Independencia de los “derechos inalienables” otorgados por el Creador a la humanidad no era mera retórica, como se vio en la declaración del general George Washington al concluir con éxito la guerra y poco antes de dimitir como comandante en jefe.
El establecimiento de la Libertad Civil y Religiosa fue el Motivo que me indujo al Campo; el objeto se ha alcanzado, y ahora queda como mi más ferviente deseo y oración, que los Ciudadanos de los Estados Unidos hagan un uso sabio y virtuoso de las bendiciones, puestas ante ellos.
Años más tarde, al concluir su servicio como jefe ejecutivo de la nación, el presidente Washington volvió a hablar de religión en su discurso de despedida.
De todas las disposiciones y hábitos que conducen a la prosperidad política, la religión y la moralidad son apoyos indispensables. En vano reclamaría el tributo del patriotismo el hombre que se esforzara por subvertir estos grandes pilares de la felicidad humana, estos firmes puntales de los deberes de los hombres y de los ciudadanos. El simple político, al igual que el hombre piadoso, debe respetarlos y apreciarlos.
El venerado nombre de Washington sigue resonando por toda América, adornándolo todo, desde calles y escuelas hasta plazas y edificios, comunidades y empresas, e incluso el estado que incluye el condado de King. Pero su nombre por sí solo no basta para protegernos del desastre si ignoramos lo que dijo sobre el papel indispensable de la religión. A medida que la libertad religiosa se ve cada vez más atacada, la voz del Fondo Becket no debe ser la de alguien que clama en el desierto, sino la de un coro de patriotas que se levantan para defender lo que los propios Fundadores defendieron: nuestra libertad de rendir culto a Aquel que nos dotó de ese sagrado derecho.
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