El momento era formidable. Ni siquiera veinticuatro horas después de la elección de la ambigua (por no decir otra cosa) Roberta Metsola como presidenta del Parlamento Europeo, el presidente francés, Emmanuel Macron, se echó inmediatamente las manos a la cabeza con un discurso muy comprometido en el que esbozaba la Europa de “sus” sueños. Una Europa donde “el verde” es un principio no negociable, pero sobre todo el aborto se convierte en un derecho “ni más ni menos”.
La ocasión la brindó la presentación del programa de la presidencia francesa del Consejo de la Unión Europea: seis meses que el Elíseo pretende aprovechar al máximo para relanzar un programa ideológico “neomaltusiano” tras la fachada del europeísmo, profundamente sacudido en los últimos años por numerosas crisis sistémicas.
Polonia y Hungría en el punto de mira
“Veinte años después de la proclamación de nuestra Carta de Derechos Fundamentales, que consagró la abolición de la pena de muerte en todo el territorio de la Unión -dijo Macron-, espero que podamos actualizar esta Carta para que sea específicamente más explícita sobre la protección del medio ambiente y el reconocimiento del derecho al aborto.” Sus palabras suenan como una advertencia a la nueva presidenta del Parlamento Europeo, a la que la prensa presenta casi universalmente como pro-vida, aunque en realidad, como escribió “iFamNews”, está bien preparada para hacer dos papeles en una comedia.
Tampoco faltaron en el discurso del Presidente francés los ataques más o menos velados a Polonia y Hungría, cuando temió los riesgos de un “fin del Estado de Derecho” y por tanto, de un “retorno a los regímenes autoritarios”.
Más vigilancia digital para todos
En definitiva, el programa de Macron es explícito, claro y se ajusta a los deseos de las “élites” globalistas y al llamado “Gran Reset”: una “conciencia climática universal”, en honor al “objetivo de neutralidad” que se ha marcado Europa para 2050. Al mismo tiempo, existe el reto de la “revolución digital” y de construir “un mercado digital único para crear campeones europeos”.
Por último, pero no menos importante: la puesta en marcha de la Ley de Mercados Digitales y la Ley de Servicios Digitales, que, según Macron, “nos permitirán proteger económicamente a los actores digitales, pero también proteger a nuestros ciudadanos y el debate democrático contra la manipulación y el discurso del odio”. Donde “discurso del odio” significa cualquier concepción distinta a la secularista y neomaltusiana tan arraigada en Bruselas y París.
Acusaciones del aspirante de la derecha
Uno de los aspirantes a Macron en las elecciones presidenciales de primavera, Eric Zemmour, respondió rápidamente a las declaraciones de Macron. Para el candidato de la “Reconquista”, el presidente no tiene “derecho, como tampoco lo tiene la Comisión de la UE, a imponer los valores del progresismo occidental contemporáneo a países como Polonia y Hungría, que los rechazan”. Concluyendo; que Macron “alaba el Estado de Derecho, pero olvida y no quiere ver que el Estado de Derecho se ha convertido ahora en la pantalla del gobierno de los jueces”, que quieren “imponernos su visión ideológica”.