Twitter y Facebook se ‘vendieron’ como espacios de libertad. Muchos encontraron en las redes sociales un altavoz para sus proyectos y mensajes. Nos dijeron que las primaveras árabes se ‘cocinaron’ en las redes.
Luego llegaron los ‘influencers’ y los ‘youtubers’ ganando cantidades inimaginables para un ingeniero o un médico. Muchos jóvenes soñaron una vida de fama y dinero con aparentemente poco sacrificio. Una vaca que daba leche sin ordeñarla…
Los últimos acontecimientos han evidenciado la gran mentira. Los gigantes tecnológicos no son el espacio de libertad sino de la censura. Si se permiten censurar al presidente de la primera potencia mundial, ¿qué no harán con cualquiera de nosotros?
Lo peor es que la restricción de libertades se practica sin ningún tipo de garantías: no hay audiencia del interesado, ni garantías, ni juez predeterminado por la ley. Nada de nada. Es un poder omnímodo con ausencia de contrapoderes. Algo así como si el ejército americano no tuviera que rendir cuentas al Congreso o a la Casa Blanca. O como si el presidente de la Reserva Federal tomara decisiones sin rendir cuentas a nadie.
El sistema de poderes y contrapoderes ha quebrado. Y quizás sea el momento de que estas plataformas que se permiten ejercer el derecho de admisión y controlar los contenidos sufran la regulación de cualquier medio de comunicación.
Y desde luego es el momento de buscar alternativas de comunicación en otras plataformas que ya están experimentando descargas masivas mientras que los gigantes sufren desuscripciones y fuertes caídas en bolsa.
Ahora se ve lo que ya se alertaba desde hacía años. Mi amigo Antonio Camuñas tuvo la siguiente experiencia hace unos años. Creó un perfil en twitter y se dedicó a escribir a los líderes nacionalistas catalanes con el siguiente mensaje: nos queremos pero no nos entendemos; es mejor que nos divorciemos y que os vayáis de España. Los nacionalistas lejos de felicitarse, se sintieron molestos: nadie nos echa, nos vamos nosotros. Así que le denunciaron y twitter cerró el perfil mientras que él, Antonio Camuñas, con su perfil personal, seguía diciendo lo mismo sin ser censurado. No se atrevieron con un perfil de alguien conocido y muy seguido, pero sí silenciaron un perfil recién creado por -supuestamente- ‘spamear’.
Así que decidió resucitar su perfil, pero sin ‘spamear’ a los nacionalistas y consiguiendo 500 seguidores entre sus amigos antes de empezar a publicar nada. Pensó que teniendo cierto tamaño le respetarían. Pinchó en hueso. Nueva censura.
Creó un tercer perfil e idéntico resultado. Finalmente con toda esta información publicó un análisis donde evidenciaba que twitter no era el lugar de la libertad que nos habían vendido. Ahora, unos años más tarde, la evidencia y el público le dan la razón que le negaron entonces.
¿Qué podemos hacer? Lo primero es perpetrarnos bien de alternativas sólidas. Abandonar un altavoz sin una alternativa no parece muy sensato.
Y mientras tanto, advertir a estos gigantes tecnológicos que o cesan en su censura o los gobiernos tendrán que intervenir para garantizar la libertad de todos y el estado de derecho. Así se lo estamos pidiendo desde CitizenGO:
Y atentos, porque todavía quedan algunos días de presidencia de Trump. Y puede que publique una orden presidencial por la que los gigantes tecnológicos se deban someter a la regulación de medios de comunicación si quieren seguir censurando emisores y contenidos. Es tan lógico que es posible que Trump se atreva…
Discussion about this post