El amor de Dios hacia su creación: todo el Nuevo Testamento puede leerse bajo esta luz. Dios envía a su Hijo unigénito para liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado mediante su muerte redentora. Su sacrificio sangriento -que se hace presente sin sangre en cada Santa Misa- es de una vez por todas la victoria de Dios sobre la muerte. Especialmente en Pascua, la fiesta de la resurrección de Cristo, este es un misterio en el que vale la pena profundizar.
Ya en el Antiguo Testamento surge el mensaje de amor de Dios al hombre. Desde el primer día de su concepción (!) Dios conoce y ama a su criatura. No sólo en el Génesis Dios atestigua que llama a su creación “buena” y “muy buena”, sino que también en el libro de Jeremías somos testigos de esta revelación divina.
A Jeremías Dios le dirige su palabra:“Antes de formarte en el seno materno te elegí, antes de que salieras del vientre te santifiqué, te nombré profeta de las naciones” (Jer 1,5).
Eso hace que toda persona pro-vida se siente y tome nota.
Muchos de los Padres de la Iglesia eligieron este pasaje como punto de referencia para subrayar el valor de la vida. Aquí hay una pequeña selección primero:
Origen (184-253 d.C.) escribe “Olvidamos que las palabras “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” se aplican a todo ser humano. Si no nos acordamos de Aquel que formó al hombre en el vientre materno, y que formó los corazones de todos los hombres individualmente, y entiende todas sus obras, no percibimos que Dios es un ayudante de los humildes y enfermos, un protector de los débiles, un refugio para los que se entregan a la desesperación, y un Salvador de los que se dan por perdidos.”[i]
Tertuliano (155-220 d.C.) explica: “Dios no sólo nos forma en el vientre materno, sino que también nos infunde aliento, como lo hizo en la primera creación, cuando “el Señor Dios formó al hombre y le infundió aliento de vida”. Y Dios no podía conocer al hombre en el vientre de su madre, sino en todo su ser: ‘Y antes de que salieras del vientre, te santificaba’. Entonces, ¿era un cadáver en esa primera etapa? Desde luego que no. Porque ‘Dios no es el Dios de los muertos, sino de los vivos'”. (Sobre el alma, 26.1212).[ii]
El significado del verbo hebreo en este pasaje, en particular, abre una mayor comprensión de la relación de Dios con el hombre: “El verbo ‘yāḏaʾ’, ‘conocer’, a menudo tenía una considerable profundidad de significado en el Antiguo Testamento, pues se extendía más allá del mero conocimiento intelectual al compromiso personal. Por eso se utiliza para las relaciones íntimas entre el hombre y su mujer (Gn. 4:1). Se utilizaba para el vínculo de Yahvé con Israel: “Sólo a ti he conocido de todas las familias de la tierra” (Amós 3:2). A Yahvé le dolía profundamente que no hubiera conocimiento de Dios en su pueblo (Os 4:1), pues el conocimiento de Yahvé era mucho más importante que los holocaustos (Os 6:6). Así que el profundo compromiso de Yahvé con su siervo se remonta a antes de su nacimiento”.[iii]
J. Gavigan subraya que Dios es el Señor de toda la vida (incluida la no nacida) y que este señorío trasciende la naturaleza: “La acción de Dios al crear un ser humano se describe vívidamente: lo “formó” en el vientre materno, palabra que se utiliza para describir lo que hace un alfarero cuando esculpe algo en arcilla. El Señor “conocía” a Jeremías, lo que indica que lo había elegido para una tarea específica (cf. Amós 3:2; Romanos 8:29); Dios tiene un plan para cada persona, y equipa a cada una con talentos que le permiten poner ese plan en acción. […] En una glosa, San Juan Crisóstomo hace decir a Dios lo siguiente: “Yo soy el que te unió en el vientre de tu madre. Tu vida no es una obra de la naturaleza, ni el fruto del sufrimiento. Yo soy el origen y la causa de todas las cosas: me obedecerás y te entregarás a mí’, y añade: ‘No empieza por haberte consagrado: primero te conocí, luego te consagré’. Así se muestra la elección original, y después de la elección original, la llamada especial”(Fragmenta in Ieremiam, 1).[iv]
Dios ama a su creación, especialmente al hombre, y está en relación con él incluso antes de que nazca.
- El hombre (su alma inmortal) ha sido creado directamente por Dios. Los padres humanos actúan como “cocreadores” de su hijo en el acto.
- El hombre es un “interlocutor” concebible de Dios incluso antes de su nacimiento. Dios se dirige a él. Dios no le habla a una cosa “muerta”, o a un simple grupo de células, le habla al hombre -que en este diálogo permanece al principio receptivo y pasivo- y ya ha concebido su vocación y misión en la vida.
- Lallamada de Dios es para el hombre incluso antes de que nazca. Con el surgimiento de una nueva vida frágil, se “co-crea” un plan de Dios que luego espera su realización mediante la cooperación primero de los padres y luego de la persona.
- Incluso antes de nacer, el nuevo ser humano es objeto del amor divino. El hombre no se hace “digno de Dios” sólo por su “trabajo” sino por su ser.
- Dios es el creador de la vida. No es la “naturaleza” o el “pecado” (como dice Crisóstomo) la causa -aunque están presentes en la creación del hombre a través del pecado original- sino Dios mismo, que llama al hombre a la gracia. A través de su causa, Dios, y su meta, el paraíso celestial, el hombre es exaltado por encima de toda la naturaleza y puede ser “deificado” en su relación con Cristo.
En la cosmovisión judeocristiana, la vida humana es digna de defensa desde el primer momento. A partir de esto se forma la misión de Organización Internacional de la Familia y de iFamNews . Nuestro equipo le desea una feliz y bendecida Semana Santa.
Dean O. Wenthe, ed., Jeremías, Lamentaciones, Ancient Christian Commentary on Scripture (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2009).
[ii] ANF 3:207.
[iii] J. A. Thompson, The Book of Jeremiah, The New International Commentary on the Old Testament (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1980).
[iv] James Gavigan, Brian McCarthy y Thomas McGovern, eds, Major Prophets, The Navarre Bible (Dublín; Nueva York: Four Courts Press; Scepter Publishers, 2005).
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