La mayoría gubernamental en la cámara baja del parlamento, el Sejm, aprobó enmiendas al código electoral polaco que aumentan el número de colegios electorales y obligan a las autoridades locales a proporcionar transporte gratuito el día de los comicios a ancianos y discapacitados. ¿Correcto y justo o no? No, para los opositores, progreso social es, en cambio, discriminar no sólo la vida por nacer, favoreciendo el aborto, sino también impedir a los ancianos y discapacitados ejercer su derecho al voto.
El pasado mes de agosto, fue el candidato unido a la presidencia de la coalición opositora Donald Tusk quien declaró que sólo podrán presentarse a las elecciones quienes apoyen la introducción del derecho al aborto a petición, ya sea en su partido Plataforma Cívica (PO) o en la coalición antifamilia y antivida que se está construyendo en Varsovia.
En los últimos días, otra elección de los opositores muestra lo que significan para ellos los términos “inclusión, solidaridad y democracia”. El partido nacional-conservador Ley y Justicia (PiS) y su coalición de gobierno promovieron y aprobaron una reforma electoral por la que podrían crearse más colegios electorales en pueblos de tan sólo 200 habitantes, y deberían organizarse autobuses para llegar a los colegios electorales para las personas mayores de 60 años o con discapacidad, si no se dispone de transporte público regular. Pues bien, dar a los polacos y a todos los ciudadanos la oportunidad de votar es precisamente un derecho/deber de los gobiernos para fomentar la democracia y la participación en la vida civil de la nación.
Obligar a las administraciones públicas a acompañar a las urnas a los ciudadanos más desfavorecidos y mayores es propio de un gobierno que incluye a todos y hace de la justicia y la solidaridad social dos razones de peso para su compromiso. ¿No es eso lo que debería hacer también un gobierno progresista? No, los partidos de la oposición no sólo temen a los ciudadanos-votantes del futuro, por lo que favorecen la liberalización del aborto, sino que también se oponen a promover la participación de los votantes y ciudadanos rurales, mayores y discapacitados.
En resumen, todos aquellos que no voten a su coalición socialista y libertaria no deberían votar. De hecho, la oposición votó en contra de los cambios en la ley electoral porque teme que las personas mayores, ancianas, enfermas y discapacitadas puedan favorecer a los partidos “conservadores” y a la coalición.
Este progreso socialdemócrata no es democracia, ni Estado de Derecho, sino “centralismo” opresivo. Una locura, mejor el desenmascaramiento final de una coalición “progresista” que en realidad, si ganara, suprimiría el derecho de voto a todos los que no son sus votantes. El humo “soviético democrático” que ahoga a los polacos desde hace 50 años.
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