Alice von Hildebrand, afamada teóloga estadounidense de origen belga, partió rumbo a la “casa del Padre” –seguramente arropada en “brazos de nuestra Madre”– el pasado 14 de enero de 2022. Murió en paz en su residencia de Nueva Rochelle (N.Y.) a las 12:25 de la madrugada, a sus 98 años de edad, después de haber sufrido una breve y simple enfermedad. La misma Alice sentía que su vida se iba “extinguiendo” poco a poco. De hecho, ella misma expresó, justo antes de morir, su deseo de finalmente ver el rostro de Nuestro Señor, de reunirse con su amado esposo Dietrich, volver a ver a sus padres, a sus amigos cercanos, con la paz que sólo la inocencia y fe verdaderas otorgan. Así lo confirmó John H. Crosby en su testimonio personal relativo a los últimos momentos de la vida de Alice.
Alice Marie Jourdain nació en Bruselas el 11 de marzo de 1923. La Segunda Guerra Mundial estalló y la joven mujer se vio en la necesidad de buscar refugio en los Estados Unidos de Norteamérica, ante la conflictiva invasión Nazi a su país natal en 1940. Ya en tierras norteamericanas, Alice comenzó sus estudios universitarios primeramente en Manhattanville College para después dedicarse de lleno a la filosofía en Fordham University, donde obtuvo su doctorado en 1949. Desde 1947, comenzó su carrera docente en Hunter College, sitio solemne en el alcanzó su jubilación en 1984, después de 37 años de impartir cátedra y, eventualmente, ser acreedora al Premio Presidencial otorgado por dicha institución. Fue en este entorno perenemente universitario y cristiano en el que Alice conoció al Profesor Dietrich von Hildebrand (1889 – 1977) –afamado filósofo y teólogo de quien el Papa Pío XII se refirió como “el doctor de la Iglesia del silgo XX”– quien fue su mentor y eventualmente su amado esposo y compañero de vida a partir de 1959. El matrimonio von Hildebrand duró 18 años, hasta la muerte del filósofo italo-alemán los separó.
Entre sus diversos logros académicos, Alice von Hildebrand desarrolló el proyecto The Dietrich von Hildebrand Legacy Project en 2004, promovido y completado en colaboración con los exalumnos de su fallecido esposo. Eventualmente, fueron muchas sus participaciones en diversas cadenas televisivas, como fue el caso de la EWTN, así como sus ensayos y entrevistas especializadas en agencias noticiosas como la Catholic News Agency o ACI. Sus intereses académicos giraron en torno al sentido real de la vida cristiana, con vistas a establecer un diálogo genuino entre la filosofía clásica, la modernidad y no menos importante el amor humano, el matrimonio y la familia. En esa dirección, destacan de modo particular los siguientes textos: Alma de un león: La vida de Dietrich von Hildebrand (Palabra, 2017 2da ed. Prólogo de J. Ratzinger); Man and Woman: A Divine Invention (Ignatius, 2010); Memoirs of a Happy Failure, en coautoría con John H. Crosby (Saint Benedict Press, 2014). En un ensayo recientemente publicado en el libro The Art of Living (Hildebrand Press, 2017), la profesora von Hildebrand expresó su opinión en relación a un tema de gran controversia en nuestros días: la relación entre vida profesional y vida familiar:
Ver el trabajo profesional como la parte consistente de la vida y ver la vida familiar como un simple espacio de relajación es una perversión muy seria. No, el tiempo que invertimos con nuestros seres queridos no es para relajarnos o tomarlo con calma, sino para ponernos nuestras mejores galas y lograr el verdadero sursum corda (elevar nuestro corazón a Dios). Es el momento para aceptar que el amor que le profeso a otra persona es, humanamente hablando, la perla más preciosa de mi vida, y que debo prepararme para cada encuentro que he de tener con ese ser amado, asumiendo el mismo recogimiento agradecido que experimenté cuando me enamoré de él.
Siguiendo esta misma línea de reflexión, en el año 2002 se publicó una de sus obras más significativas: The Privilege of Being a Woman, libro de sublime contenido que se encuentra muy por encima de la media en el trato de un tema que dará fuerzas insospechadas a las mujeres de nuestra era, quienes por ahora se encuentran alejadas de la sabiduría cristiana pero lamentablemente apoyadas por la orientación cultural secular imperante. Tuve el privilegio de hacer la primera traducción al castellano de este sublime texto, escrito para la eternidad, que la editorial EUNSA felizmente publicó en 2019 con el título El Privilegio de Ser Mujer. Su riqueza, suavidad y elocuencia exceden los límites de este breve escrito. Me limito a externar una idea central, plasmada para la eternidad, que nos dejó Alice en esta gran obra:
Debemos encontrar la manera de fortalecer a las familias cristianas y poner de manifiesto la complementariedad de la masculinidad y la femineidad, gozosas de la misma dignidad originaria, a fin de que recuperen su brillo sanador, en medio de un mundo profundamente oscurecido por las mentiras del enemigo […] La mujer debe reconocer que desempeña un papel fundamental en la familia y en la sociedad, que está en el corazón de la patria y de la humanidad. Una vez más, urge con premura que se tome conciencia del privilegio de ser mujer y aceptar todas las responsabilidades y bendiciones implícitas en ello.
A este tipo de reflexiones nos invita la difunta teóloga, a quien ruego desde ahora nos mande desde el cielo su claridad, su humildad y su belleza humana y cristiana, en aras de seguir ahondando en estos temas tan necesarios, pero ciertamente olvidados. Cuando la traducción de El Privilegio de Ser Mujer alcanzó finalmente los estantes de varias librerías españolas, tuve el honor inmerecido de recibí el siguiente mensaje de esta “guerrera feliz y ejemplar”:
Estimado Señor: he leído su gentil mensaje. Muchas gracias. Como usted, creo que es crucial redescubrir, en nuestra sociedad decadente actual, la función tan crucial de la mujer en la sociedad, sobre todo como esposa y madre de familia. La salud de nuestra sociedad depende, como lo he defendido hasta ahora, de que la mujer profundice en su función como esposa y madre. Aprecio profundamente su comentario. Mantengámonos en contacto, siempre unidos en oración.
Saludos cordiales: Alice von Hildebrand (5 Feb 2020, 14:16)
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