¿Fomentar cualidades o corregir defectos?

Tus hijos, tus alumnos, tus amigos, ¡tu cónyuge!... mejorarán mucho más fácilmente si te esfuerzas en descubrir y fomentar lo mejor que tienen, en lugar de afearles lo que no va

El hecho

El que “fomentar cualidades resulta mucho más rentable que corregir defectos”, o el que “se multiplica aquello a lo que prestamos atención” (aunque sea con el noble propósito de corregirlo), son afirmaciones que “parecen” oponerse al sano sentido común y a la práctica habitual educativa en familia.

Por eso, cuando comencé a advertirlo —cada vez más claramente— en la educación de mis hijos, me empeñé en buscar pruebas científicas en un sentido o en otro.

Y, con gran alegría por mi parte (te lo confieso, y estoy seguro de que me entenderás), comprobé que era así: fomentar cualidades, además de ser más agradable, logra mejores resultados que corregir defectos.

Desde entonces, es uno de mis “caballos de batalla”, que procuro traer a colación con ocasión y sin ella… porque no es fácil que los padres y los educadores sean plenamente conscientes de esta realidad y actúen en consecuencia.

De ahí que haya dejado una muestra clara de esos experimentos en: https://edufamilia.com/16-fomentar-cualidades-o-corregir-defectos/ y que te anime a leer ese artículo: ¡todo te resultará después mucho más sencillo!

Está científicamente comprobado que fomentar cualidades resulta más rentable que corregir defectos: para el educando… y para el educador.

La aportación de la ciencia

El experimente al que aludo en el artículo lo recoge E. Lukas, la mejor discípula de Frankl, y lo resumo con mis propias palabras.

Se trata de las anotaciones que hicieron un grupo de experimentadores en diversas aulas escolares.

Primer experimento:

Comprobación, por si las moscas…

Por si fuera poco, buscaron la mejor clase del centro; pidieron a los profesores que aumentaran más y más el número de correcciones… ¡y lograron convertirla en la peor de todas!

Luego invirtieron la marcha, pidiendo que no corrigieran, y en unos días la clase volvió a ser de nuevo la más disciplinada de todo el centro.

¿Más claro?

Está más que comprobado que fomentamos aquello a lo que prestamos atención, aunque sea con el legítimo propósito de corregirlo.

Un sentido común no tan común

Son muchas las realidades humanas que “responden” al sano sentido común… ¡gracias a Dios!

Pero también son abundantes las que no responden (parecen no responder) al sentido común (tal vez porque ese sentido, aun siendo común, no sea del todo sano… o porque se trata de realidades complejas, que requieren más atención de la habitual).

Tus hijos, tus alumnos, tus amigos, ¡tu cónyuge!… mejorarán mucho más fácilmente si te esfuerzas en descubrir y fomentar lo mejor que tienen, en lugar de afearles lo que no va.

Y tú estarás mucho más relajado, y serás más optimista, en la medida en que te vayas acostumbrado a poner el foco de atención en las fortalezas de quienes te rodean.

Gracias bien sinceras.

Es mucho lo que está en juego en función de que prestemos una atención prevalente (casi exclusiva) a las cualidades o a los defectos de nuestros hijos.

Asociación Edufamilia: www.edufamilia.com

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