Mientras que Inglaterra ha tomado medidas para prohibir los bloqueadores de la pubertad para niños, una psicóloga infantil sénior de Queensland ha sido castigada por expresar su preocupación por su uso. La Dra. Jillian Spencer, que trabajaba en el Hospital Infantil de Queensland, fue suspendida tras instar a la cautela sobre los efectos a largo plazo de las intervenciones médicas en niños que luchan con su identidad de género.
La Dra. Spencer prefería un enfoque terapéutico neutral en lugar del “modelo de afirmación” del hospital, que apoya automáticamente a los niños en la transición lejos de su sexo biológico. Argumentó que muchos de estos jóvenes pacientes presentan problemas de salud mental subyacentes y traumas, lo que hace que la intervención médica inmediata sea peligrosa y perjudicial.
Tras su destitución, la Dra. Spencer presentó una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos de Queensland. En su presentación, destacó que apresurarse a afirmar las identidades autodefinidas de los niños a través de pronombres y vías médicas podría atraparlos en tratamientos de los que, de otro modo, podrían recuperarse. Advirtió que las mujeres biológicas, en particular, corren un riesgo cada vez mayor de ser colocadas en vías médicas irreversibles sin el apoyo psicológico adecuado.
En respuesta, el Hospital Infantil de Queensland defendió su aplicación del uso de pronombres y su modelo de afirmación. Los funcionarios declararon que sus políticas se ajustan al código de conducta del sector público del gobierno, que exige que el personal siga las normas de inclusión en el lugar de trabajo. Esta explicación, sin embargo, sugiere que la ideología política, más que el buen juicio médico, está impulsando las decisiones sobre los niños vulnerables.
El caso pone de relieve una creciente división entre la cautela médica y las políticas de género impulsadas por el gobierno. Profesionales como la Dra. Spencer, que piden una evaluación y salvaguardia cuidadosas, están siendo marginados en favor de modelos influenciados por activistas. Mientras que Inglaterra ha priorizado la protección de los niños de intervenciones no probadas, Queensland parece estar imponiendo la ideología a expensas de la ciencia y el bienestar infantil.
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