Gracias a los esfuerzos conjuntos de varias organizaciones provida, el 6 de julio se obtuvo una importante victoria en Alemania. En los últimos días de la sesión parlamentaria alemana surgió un encendido debate sobre las propuestas de legalización del suicidio asistido.
La primera propuesta partió de Katrin Helling-Plahr y Renate Künast; su objetivo era poner el suicidio asistido a disposición de todas las personas capaces de tomar decisiones con un deseo constante de poner fin a su vida.
La otra, presentada por Lars Castellucci, implicaba como mínimo la medida de seguridad de una evaluación preliminar de las condiciones psíquicas del paciente.
Cornelia Kaminski, presidenta de una de las principales organizaciones provida alemanas (Aktion Lebensrecht für Alle), se mostró satisfecha con este resultado histórico y explicó la situación: “Ha sido un día realmente bueno para el Parlamento y para la sociedad alemana en general, porque ambos proyectos han sido rechazados por el Parlamento“.
Es una victoria que los diputados alemanes se negaran a decidir sobre una cuestión de vida o muerte que afecta a tantas personas en Alemania. La ley actual frena de forma bastante eficaz a las organizaciones profesionales que pretenden ofrecer el suicidio asistido a las personas y que están iniciando su actividad ahora en Alemania.
“Como todos sabemos”, continuó Kaminski, “el suicidio asistido significa abrir la puerta a la eutanasia (matar a alguien sin su consentimiento); el suicidio asistido es una herramienta eficaz para poner fin a la propia vida en los países en los que la eutanasia no está permitida.
Ahora estamos ayudando a los miembros de nuestro Parlamento a tomarse el tiempo necesario para reconsiderar los borradores, analizarlos y establecer buenos programas de prevención del suicidio, evitando que la gente tome esa decisión.”
Si se hubiera aprobado la legislación propuesta, Alemania contaría con las leyes de suicidio asistido más radicales del mundo, que permitirían a cualquier persona mayor de 18 años -independientemente de cualquier enfermedad o dolencia- solicitar el suicidio asistido a un médico.
Estas leyes también habrían puesto fin a la protección de las instituciones católicas, como los hospicios o los centros de atención a la tercera edad, frente a la prohibición de que las sociedades de suicidio asistido ofrecieran sus servicios dentro de sus instalaciones. No habría habido ningún espacio seguro – ninguna zona segura – donde la gente estuviera libre de la presión de los que ofrecen el suicidio.
Esta victoria que salva vidas se produjo gracias a los esfuerzos conjuntos de los activistas provida: “Luchamos hasta el último minuto”, explicó Kaminski. Fue un esfuerzo sin precedentes para obligar a los diputados a votar en el penúltimo día de la temporada parlamentaria; los dos borradores se presentaron sólo un par de días antes.
Contra esta amenaza, como nos cuenta Cornelia, “pasamos a la acción y enviamos a todos los diputados postales y correos electrónicos; también protestamos frente al Bundestag (Parlamento alemán). La vida gana“.
Este alentador resultado es una semilla de esperanza muy bienvenida que recuerda a todos los provida que ninguna lucha está perdida de antemano, y que la pasión y una coordinación eficaz pueden obrar milagros.
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