Un informe de las Naciones Unidas publicado recientemente sugiere que los derechos religiosos deben subordinarse a los derechos de la agenda LGBT y de sus adeptos.
El informe, redactado por el experto independiente de la ONU Víctor Madrigal-Borloz, hace hincapié en el papel del gobierno a la hora de disciplinar a las instituciones religiosas que se niegan a promover la ideología LGBT.
Implica que las instituciones religiosas se enfrentarán a un castigo si no cumplen con la agenda LGBT.
El informe también condena las interpretaciones de las escrituras cristianas que consideran pecaminoso el comportamiento homosexual y promueve a los grupos religiosos disidentes que defienden el aborto y los valores LGBT.
Madrigal-Borloz sostiene que las personas con confusión de género y con atracción hacia el mismo sexo tienen derecho a acceder a la espiritualidad en igualdad de condiciones que los demás, lo que le lleva a concluir que todas las religiones deberían respaldar la ideología LGBT.
El informe sugiere que se utilice a los líderes e instituciones religiosas para promover la ideología homosexual y transexual en sus países. Afirma que la orientación sexual y la identidad de género son derechos fundamentales, equivalentes o incluso superiores al derecho a la libertad religiosa.
El informe se opone a que los trabajadores e instituciones sanitarias religiosas puedan negarse a practicar abortos o tratamientos y cirugías de “afirmación transgénero”.
Los críticos, como Jack Fonseca de Campaign Life Coalition, ven el informe como una prueba de que la ONU es una organización anticristiana que busca destruir el cristianismo y la libertad individual.
Fonseca sostiene que el verdadero objetivo de la ideología LGBT es socavar las democracias y lograr una dictadura global.
Advierte de que aceptar la tiranía religiosa como una forma de derechos humanos sienta un peligroso precedente para otras formas de tiranía.
Fonseca señala que años antes de que Canadá legalizara el matrimonio entre personas del mismo sexo, advirtieron que llevarían a la ilegalización de la Biblia y al encarcelamiento de los pastores. Cree que el informe de la ONU revela que éste era el objetivo desde el principio.
El informe llega en un momento en el que muchos países se oponen a la agenda LGBT y vuelven a los valores tradicionales.
Hungría, por ejemplo, aprobó una ley contra la promoción de la homosexualidad entre los menores para proteger a los niños, a pesar de la oposición de la Unión Europea.
El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, y líderes de 22 países africanos y del Reino Unido también se reunieron para debatir sobre la protección de la cultura y los valores familiares africanos. Además, 22 países tradicionales se unieron en las Naciones Unidas para oponerse a la educación sexual integral de los niños.
Los críticos piden a los Estados miembros de la ONU, socialmente conservadores, que rechacen el informe e impidan su adopción oficial. Aceptar tal ideología conducirá a la persecución de los cristianos y a la erosión de las libertades individuales.