Un funcionario de la ONU declara que la educación LGBT es un «derecho humano»

Un alto funcionario de las Naciones Unidas (ONU) declaró recientemente que la enseñanza de contenido con temática LGBT en las escuelas de todo el mundo constituye un “derecho humano” para los niños, una afirmación que ha provocado indignación entre padres y comunidades religiosas. Según la declaración, los estudiantes de todo el mundo deberían estar expuestos a planes de estudio que incluyan enseñanzas sobre orientación sexual e identidad de género, independientemente de los valores culturales y religiosos locales o de las preferencias de los padres. Este impulso refleja lo que los partidarios consideran “inclusión”, pero que equivale a un mandato global para imponer puntos de vista sociales falsos e inmorales a estudiantes jóvenes e influenciables.

Bajo esta creciente presión internacional, los sistemas escolares nacionales y locales pronto podrían sentirse obligados, o incluso legalmente obligados, a adoptar planes de estudio inclusivos con respecto a la comunidad LGBT, lo que podría invalidar los derechos parentales y las normas comunitarias establecidas desde hace mucho tiempo. Para muchas familias, especialmente aquellas guiadas por creencias religiosas o tradicionales, esto plantea serias preocupaciones sobre la posibilidad de que a sus hijos se les enseñen ideas sobre género y sexualidad que entran en conflicto con sus valores morales. Este cambio amenaza con socavar el control local sobre la educación y la capacidad de los padres para decidir qué es apropiado para sus hijos.

Además, la incorporación de la ideología LGBT en la educación estándar corre el riesgo de erosionar la libertad de conciencia de los profesores, los padres y los estudiantes que no están de acuerdo. Si la disidencia o la exclusión voluntaria se estigmatizan socialmente o se vuelven legalmente arriesgadas, defender las convicciones religiosas o las decisiones de crianza puede resultar más difícil.

En última instancia, enmarcar el plan de estudios LGBT como un “derecho” humano para todos los niños puede tener implicaciones de gran alcance más allá de las aulas. Podría allanar el camino para que las instituciones internacionales presionen a las naciones soberanas para que se ajusten a los estándares educativos progresistas, independientemente de las tradiciones culturales o religiosas, transformando potencialmente las sociedades y socavando el pluralismo bajo el pretexto de la aplicación de los derechos humanos.

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