El representante August Pfluger, republicano de Texas, está promoviendo una legislación que busca proteger a las mujeres y a sus hijos no nacidos de la falta de transparencia de la industria del aborto. Su proyecto de ley, llamado My Second Chance at Life Act (Mi segunda oportunidad de vida), exigiría a los proveedores de píldoras abortivas que informen a las mujeres de que los efectos de la píldora abortiva pueden revertirse si cambian de opinión antes de completar el proceso de aborto químico. Pfluger argumenta que se presiona a demasiadas mujeres para que tomen la píldora sin que se les diga toda la verdad, solo para experimentar arrepentimiento cuando se enfrentan a la pérdida de su hijo.
Los abortos químicos, que ahora representan casi dos tercios de todos los abortos en Estados Unidos, utilizan un régimen farmacológico de dos pasos que involucra la mifepristona y el misoprostol. La mifepristona bloquea la progesterona, la hormona natural necesaria para mantener un embarazo, lo que provoca la muerte del feto. El misoprostol, que se toma uno o dos días después, induce contracciones para expulsar al bebé. Sin embargo, las investigaciones demuestran que si una mujer actúa con rapidez después de tomar mifepristona, puede someterse a una reversión de la píldora abortiva mediante un tratamiento con progesterona, que ha salvado a innumerables bebés. El proyecto de ley de Pfluger garantizaría que todas las mujeres sean informadas de esta opción que salva vidas.
Según la legislación, los proveedores de abortos químicos estarían obligados a informar a las mujeres con al menos 24 horas de antelación, por teléfono o en persona, de que “puede ser posible revertir los efectos previstos de un aborto químico inducido por mifepristona”. También se exigiría al Departamento de Salud y Servicios Humanos que pusiera esta información a disposición del público en su sitio web. El proyecto de ley exige además que las instalaciones que dispensan píldoras abortivas coloquen carteles claros que adviertan a las mujeres de que la mifepristona no siempre es eficaz y de que sus efectos pueden bloquearse o revertirse si aún no se ha tomado la segunda píldora.
Pfluger califica esta propuesta de “legislación de sentido común” diseñada para cerrar una brecha de información que ha permitido a los proveedores de abortos mantener a las mujeres en la oscuridad. “Es inaceptable que tantos médicos nunca informen a las mujeres de que los efectos de la primera píldora pueden ser reversibles”, ha declarado. Al exigir el consentimiento informado, el proyecto de ley garantiza que las mujeres no sean inducidas a creer que el aborto es su única opción, sino que, por el contrario, estén capacitadas para elegir la vida para sus hijos no nacidos, incluso después de haber comenzado el proceso de aborto.
Si se convierte en ley, la Second Chance at Life Act (Ley de la Segunda Oportunidad de Vida) responsabilizaría a los proveedores de abortos al permitir demandas civiles contra aquellos que no cumplan con los requisitos. Esta medida no solo defiende el derecho de las mujeres a conocer toda la gama de opciones médicas disponibles, sino que también afirma la santidad de la vida humana. Este proyecto de ley no se trata solo de transparencia, sino de garantizar que toda mujer tenga una verdadera segunda oportunidad de salvar a su hijo.