Los jóvenes están siendo embaucados en Francia por un decreto ley que ofrecerá a partir del 1 de enero de 2022 la anticoncepción gratuita a todas las mujeres hasta los 25 años, incluyendo las revisiones médicas. Los pobres no pueden salir adelante solos, así que hay que ayudarlos. No para que se planteen la vida, no para prepararse para ella, ni para afrontar las evidentes dificultades -incluidas las económicas- que conlleva formar una familia, sino para impedirla, apartarla, oponerse a ella.
La medida fue anunciada el jueves 9 de septiembre por el Ministro de Solidaridad y Sanidad, Olivier Veran, en una intervención en Télématin de la cadena estatal France 2, en el espacio de diez minutos de duración 4 Vérités -Cuatro verdades. Me da miedo pensar cuáles son las otras tres verdades, sobretodo porque la mentira ya ya la tenemos aquí. Cuando el Estado, cualquier Estado, utiliza la palabra “gratis”, la mano salta inmediatamente a la cartera, ya que lo que el Estado hace pasar por “gratis” lo pagan los ciudadanos.
Así que a partir de enero, los franceses, todos ellos, tendrán que pagar por las píldoras y demás para las mujeres hasta un cuarto de siglo para una. Y no hay modo de objetar: los que no estén de acuerdo seguirán pagando a través de los impuestos, como dicta cualquier socialismo que se precie.
El ministro dejó claro en la televisión que esto es el socialismo; cuando la única justificación que dio a los franceses de la nueva medida fue el coste excesivamente alto de la anticoncepción, cuyo uso va en declive. En otras palabras, las francesas pobres no tendrían dinero para comprar píldoras y otros dispositivos que alteran la vida, por lo que, como esto es “insoportable” para la ministra, la lógica redistributiva del Elíseo impondrá el impuesto a todos, elaborando una nueva cesta de consumo que incluye generosamente la anticoncepción. ¿Cómo podría alguien prescindir de ellos hoy día? Además, parece que este socialismo antivida costará a los ciudadanos franceses unos 21 millones de euros al año.
Ahora bien, asumiendo y no concediendo que la cuestión radica en términos económicos, el diseño de París es bastante claro. Parece que desde hace un tiempo las mujeres francesas conciben más, por lo que hay que cubrirse con la píldora estatal. Neo maltusianismo clásico, pero también confirmación flagrante de lo que “iFamNews” lleva escribiendo desde hace tiempo utilizando el ejemplo macroscópico de la China neo post nacional-comunista. Cuando es el Estado el que fija las cuotas de población, la vida no tiene nada bueno que esperar. Cuando la demografía se utiliza como arma política, económica o incluso militar, nunca sale de ello nada bueno. Cuando los gobiernos deciden cuántos y cuándo, siempre es una mala noticia; porque tan conveniente puede ser que un gobierno impulse la natalidad hoy como que mañana ocurra lo contrario. Y los que pagan, como siempre, compran.
Además, no todo el mundo sabe que la medida decidida ayer por Veran no es más que una ampliación del servicio, dado que los anticonceptivos ya son gratuitos para las niñas del país transalpino hasta los 18 años. Incluso en Gran Bretaña y España los métodos anticonceptivos son “gratuitos”, mientras que en varios otros países europeos existen subvenciones. Esto demuestra cuáles son las prioridades del mundo socialista en el que vivimos ante una crisis demográfica que arrasa económicamente Occidente y, il va sans dire, moral.