Primera derrota de política interna por Joe Biden

El Partido Demócrata, se ve políticamente atado a un poste rojo con letras “izquierda progresista” encima. Los miembros moderados, centristas y los poquísimos conservadores que quedan en este partido no podrán moverse sin el acuerdo y la venia de la izquierda radical.

El pasado 2 de marzo el presidente americano retiró la polémica nominación de Neera Tanden, quien era la designada por él para ser directora de la gestión y del presupuesto de la Casa Blanca, frente a la oposición en el Senado. Ni siquiera se arriesgó llegar hasta la votación porque se dio cuenta que no lograría ni la mayoría simple. Ahora Joe Biden tendrá que nombrar otra persona para el cargo y se abren una serie de interrogantes sobre lo que tiene que afrontar el nuevo presidente americano en materia de políticas internas.

Esta noticia podría parecer como algo de poca importancia. Sin embargo, el hecho que una funcionaría pública propuesta por la Administración Biden no haya tenido los votos suficientes para ser confirmada por el Senado, va mostrando preocupantes grietas a muy poco de haber empezado su mandato.

Revisemos muy brevemente el caso y tomemos nota de lo que ha sucedido.

Neera Tanden ha tenido siempre comentarios implacables e incluso insultantes respeto a varios candidatos republicanos. Nunca escondió su desprecio por ellos, y obviamente esta actitud cerró la posibilidad de que recibiera algún voto republicano. Esto era obviamente previsible. Pero el “dato” importante surgió entre los votos demócratas.

El Senado americano tiene 100 curules, y en las últimas elecciones su conformación quedó definido en un empate de 50 republicanos y 50 demócratas. Sin embargo, cuando en alguna votación se produce el empate, es la Vicepresidente Kamala Harris, como presidenta del Senado, quien vota para desempatar. Los demócratas tienen entonces teóricamente la mayoría gracias a este mecanismo de desempate.

Pero en cada caso las cosas no son tan simples.

En primer lugar el senador Bernie Sanders, antiguo candidato presidencial en las primarias del partido demócrata, abiertamente socialista, se desvinculó formalmente del partido y figura ahora como senador independiente. Este senador anunció que, en su opinión, Neera Tanden era demasiado centrista, y que votaría en contra de su nominación. A Sanders se le sumó el senador demócrata Joe Manchin, conservador moderado, quien denunció la candidatura de Tanden como una nominación demasiada polémica y no consensual en el plan político, fulminando las chances de la nominada por Biden. La Casa Blanca intento cortejar a algunos senadores republicanos más cercanos a la agenda demócrata para compensar los votos en contra, pero no consiguió su meta.

Lo que nos muestra este episodio, más allá del tema de la nominación fallida, es que el sector abiertamente de izquierda, personificado por Bernie Sanders, tendrá un peso muy importante en la política de Estados Unidos. La mayoría en el Senado es tan vulnerable que Biden necesitará el apoyo de la izquierda radical de su partido. Bernie Sanders lidera un bando progresista dentro del partido demócrata que incluye varios senadores y le otorga un peso político específico sobre Biden.  Con las secuelas de la refriega electoral tan recientes y por el momento, casi todo el partido cierra filas con Biden, pero los progres pedirán que sus ideas cobren peso político y se transformen en políticas públicas en cualquier momento. ¿Podrá el anciano y distraído Biden manejar el barco con el poco liderazgo que ha mostrado hasta el momento?

El Partido Demócrata, representado tradicionalmente con la imagen de un burro (no, no es broma…), se ve políticamente atado a un poste rojo con letras “izquierda progresista” encima. Los miembros moderados, centristas y los poquísimos conservadores que quedan en este partido no podrán moverse sin el acuerdo y la venia de la izquierda radical.

Muchos dirán que lo opuesto es cierto también. Pero Biden tiene más que perder. Los demócratas tendrán que moverse monolíticamente o no podrán avanzar. En Estados Unidos, el costo político puede ser altísimo. Y esto justamente es el punto: Biden difícilmente tendrá mayoría en el Senado en temas polémicos, sin pasar por un calvario de negociaciones y pugnas internas en el partido demócrata. Esto limitará su poder de acción político, como lo acaba de demostrar este caso de nominación fallida.

En los 2 próximos años como mínimo, hasta de las próximas elecciones congresales, Biden tendrá que liderar su país tomando en cuenta esta incómoda situación. Y quizás una nueva composición del Senado sea todavía más adversa.

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