Desde el momento en el cuál alcanzamos la madurez genital, el concepto de virginidad se hace presente. Al inicio es algo sutil, como un familiar mayor que pregunta: “¿Ya tienes enamorado/a?”. Luego la presión social se hace más y más presente, en especial si uno vive en una sociedad liberal y post moderna. La virginidad en el mundo de hoy se ve muchas veces como un peso que hay que llevar encima hasta “el momento”. La sociedad moderna tiende a impulsar al joven a “perder” su virginidad pronto, más aún si es varón. Lo ven como parte de la iniciación al mundo adulto, y los adolescentes que todavía son vírgenes a los 18 años son muchas veces vistos como atrasados en el ámbito sentimental por los demás. Tener relaciones sexuales durante la adolescencia se ve generalmente como parte natural y sana de la educación de la juventud de hoy… ¡Pero la ciencia nos demuestra todo lo contrario!
La doctora Paige Harden, una investigadora en psicología de la Universidad de Austin, lideró un estudio sobre 1659 pares de hermanos del mismo sexo (para poder descartar al máximo los factores socio-culturales y económicos), quienes fueron estudiados desde los 16 años hasta los 29 años. Más de 3300 personas en total. El objetivo del estudio fue determinar cómo la pérdida de la virginidad afecta su posterior vida de adulto.
Los separó en 3 categorías. Los que perdieron su virginidad temprano (antes de los 15 años), los que la perdieron en la edad promedia (entre 15 y 19 años), y los que la perdieron tarde (después de los 19 años). Luego comparó diversos indicadores posteriores de sus alcances para ver cómo les afectaba en su vida de jóvenes adultos.
Los resultados mostraron que los sujetos que perdieron su virginidad tarde (después de los 19 años) tenían en su mayoría relaciones sociales y sentimentales mucho más satisfactorias que los de las demás categorías. El estudio tomo en cuenta los demás factores como la genética, el ambiente, el atractivo físico, la religiosidad, los ingresos… para aislarlos y demostrar que los resultados eran bien vinculados con el tema de la edad en la pérdida de la virginidad. Se constató también un nivel ligeramente superior de éxito académico y profesional en la misma categoría comparado con las demás.
Según los investigadores, varias razones pueden explicar esta relación entre la edad de pérdida de la virginidad y el “grado de felicidad alcanzado” posteriormente. Una de las posibilidades emitida por los científicos, es que algunos de los que tienen sus primeras relaciones sexuales mayores que los demás lo hacen porque son más exigentes con sus parejas y con ellos mismos. Son capaces de ignorar las malas influencias ajenas y apuntar a objetivos mayores a más largo plazo. Lo opuesto es cierto con los adolescentes “calientes” que escogen cualquiera como un juego o influenciados por los demás, y solo viven buscando la recompensa inmediata, sin ver la recompensa mayor a más largo plazo. Carecen de control de sí mismo.
Otros dicen que lo contrario podría ser la razón, es decir que el hecho de perder su virginidad tarde afecta la actitud de una persona en sus relaciones con los demás. Aquí, el hecho de no haber tenido que lidiar con una relación de baja cualidad siendo adolescente hará que no se esperen los mismos comportamientos disfuncionales en sus relaciones futuras y los tolerarán menos al momento de escoger una pareja.
Paige Harden, directora del estudio, concluye que “los individuos que exploran sus primeras relaciones íntimas en su adultez, después de haber desarrollado un grado de madurez emocional y cognitiva suficiente, pueden aprender muchas más competencias blandas eficientes de estas relaciones. En cambio, a los individuos que tuvieron estas experiencias sexuales cuando eran adolescentes, les resulta generalmente más difícil.”
En previos estudios menos rigurosos, se creía muchas veces lo contrario de lo que se ha demostrado hoy en día. Lamentablemente la mayoría de la sociedad de hoy cree muchas veces que “dejar a los chicos vivir y explorar su sexualidad” en la adolescencia es bueno. Están muy equivocados.
Conclusión: La ciencia nos demuestra lo que la moral nos dice desde ya mucho tiempo: las relaciones sexuales adolescentes no son recomendables para el mejor desarrollo del ser humano. Padres: la próxima vez que sus hijos adolescentes les pidan para ir a dormir donde el amigo o la amiga, o invitar la enamorada a dormir en casa “para estudiar”, enséñenles este artículo (o incluso la conclusión del estudio completo que les dejo aquí) para apoyar su decisión de decirles no, porque ustedes quieren lo mejor para ellos…
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