Desde hace años, los políticos y funcionarios demócratas han exhortado a los ciudadanos a “confiar en la ciencia” cuando se trata de asuntos importantes de salud y bienestar. “La ciencia” fue el fundamento de las numerosas órdenes que limitaban la libertad personal y de asociación durante la pandemia de COVID.
Por eso se obligó a los estadounidenses a llevar máscaras, incluso al aire libre. Por eso se cerraron los comercios y se restringieron los viajes. Por eso se cerraron iglesias. Por eso se impedía a los seres queridos visitar a sus familiares en hospitales y residencias de ancianos.
Es la razón por la que el gobierno despidió a las personas (incluido el personal militar) que se negaron a recibir las inyecciones experimentales de COVID, y por la que intentaron obligar a las empresas a despedir a sus propios trabajadores que tampoco querían recibir las inyecciones.
Y es la razón por la que el gobierno se confabuló con las empresas de medios sociales para cerrar cualquier conversación que cuestionara la validez de la ciencia o de las políticas que se estaban aplicando.
Por supuesto, ahora sabemos que “la ciencia” en la que se basaron los funcionarios del gobierno era falsa. No sólo las mascarillas no funcionaron para frenar la propagación del COVID, sino que las vacunaciones tampoco tuvieron mucho impacto.
Peor aún, ahora parece que científicos del gobierno desempeñaron un papel en la financiación de la “investigación” científica que dio lugar a la creación del virus COVID-19 en un laboratorio chino.
Uno pensaría que, con este lamentable historial, el gobierno sería hipercuidadoso a la hora de hacer nuevas afirmaciones que son obviamente de naturaleza política y carecen de verdadera credibilidad científica.
Pero se equivocaría.
Los antaño respetados Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) afirman en su página web que los hombres biológicos que se autodenominan “mujeres transexuales” pueden amamantar a sus hijos igual que lo hacen las mujeres normales después de dar a luz.
Qué ridículo!!
Lo que el CDC quiere decir realmente es que un hombre puede tomar drogas y hormonas potentes y peligrosas y acabar produciendo una sustancia “lechosa” que puede alimentar a un bebé. Pero no pueden decir que esto sea saludable ni para el hombre ni para el bebé.
De hecho, un conjunto de pruebas sugiere que un fármaco utilizado para inducir la lactancia, la domperidona, es peligroso ya que causa problemas cardíacos tanto en adultos como en bebés. No existen estudios a largo plazo sobre el impacto de estas hormonas y fármacos en los hombres o en los bebés.
Una “mujer” transgénero (por ejemplo, un hombre biológico) puede amamantar de la misma forma que un hombre puede hacer la “transición” a ser mujer. No puede.
Puede someterse a diversas cirugías (cirugía de “feminización” facial, cirugía “superior”, cirugía “inferior”, etc.), puede tomar potentes hormonas femeninas, puede aprender a vestirse como una mujer y adoptar una apariencia femenina, pero nunca podrá ser una mujer.
Cada célula de su cuerpo es masculina. Cada una de los 37 billones de células que componen un ser humano adulto contendrá cromosomas que lo marcarán como hombre.
No se trata de ciencia. Todo el movimiento transgénero es una mentira basada en la ideología política, no en la ciencia.
Es indignante que una agencia gubernamental como los CDC haya adoptado una postura tan transparentemente política cuando se supone que su función es informar a la gente para que adopte comportamientos saludables establecidos por la ciencia.
Y es el último ejemplo de por qué no se puede confiar en “la ciencia”.
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