Los niños como sujetos de derecho (y iii)

Este fanatismo progre pretende meter mano y enmendar las leyes de la naturaleza para autoerigirse en Ley, la de la propia voluntad por encima de la realidad, algo que augura que la catástrofe sea inevitable.

Last updated on marzo 17th, 2021 at 05:51 pm

Parte i: https://ifamnews.com/es/los-ni-os-como-sujetos-de-derecho-i-/

Parte ii: https://ifamnews.com/es/los-ni-os-como-sujetos-de-derecho-ii-/

En el artículo precedente, quedó una idea en el aire que empezaré por concretar desde ya: lo que buscan las élites políticas progres es un cambio social sin precedentes, que pasa por crear un “hombre nuevo”. Un sujeto de derechos con los que, de partida, todos estamos de acuerdo, pero a la hora de implementarlos, quienes hacen el derecho (sus “dueños”, tanto del derecho como del sujeto) “mueven la portería” y los traducen en una serie de leyes y valores radicalmente totalitarios, opuestos a lo que suele llamarse Derecho Natural, el cual atañe a aquellas instituciones básicas de la sociedad que no cambian con los avatares políticos, muy especialmente la familia.

Nos encontramos entonces con este fanatismo progre que pretende meter mano y enmendar las leyes de la naturaleza para autoerigirse en Ley, la de la propia voluntad por encima de la realidad, algo que augura que la catástrofe sea inevitable.

Hablo concretamente de leyes como la de Protección Integral de la Infancia, flamante propuesta de un no-digno-de-mención ministro español, que, vendiéndola como cortafuegos al abuso infantil, algo que todos queremos combatir sin ninguna duda, en realidad es una medida de propaganda buenista. Pero que en la práctica no ampara a los niños en multitud de situaciones de vulnerabilidad, como es la de los hijos en divorcios conflictivos o negando el síndrome de alienación parental, por una simple cuestión de colocar la ideología por encima del interés de los menores. Además, que no crea estructuras ad hoc para una atención especializada, sino que deja en manos de informes y reportes de dudosa rigurosidad, algo tan serio. Ni hablar de que, a las menores tuteladas por la administración en la Comunidad de Baleares, habiendo sufrido reales casos de abusos, no les han prestado ni la más mínima atención ni se han escandalizado, mientras se pregonaba esta ley con un descarado autobombo. Más bien, lo han tratado de tapar a toda costa porque “afean” el cuadro.

Otro ejemplo reciente es la propuesta de otra innombrable ministra del gobierno español, que está luchando por sacar adelante la ley de igualdad para las personas trans, en la que lo que respecta a los menores es altamente preocupante, porque propicia la influencia de la doctrina queer en lo referido al cambio de sexo, que el legislador dejaría a voluntad del menor, sin necesidad de que medien pruebas médicas ni psicológicas, como tampoco la autorización de los padres.

Lo que pretende esta ley es que un niño preadolescente, sin más apoyo ni criterio que el propio, pueda decidir aplicarse una hormonación masiva e incluso una castración, dejando huellas permanentes en su físico y en su psique. En una edad en que la incertidumbre es el patrón y los altibajos habituales, por lo que tomar una medida que limitaría su vida para siempre debería ser evitado y no alentado, como es el caso. Además de que, pasada la pubertad, los estudios demuestran que entre el 80% y el 95% de los adolescentes que mostraron confusión en su identificación afectiva y sexual, lo resuelven de manera natural identificándose con su sexo biológico.

Un caso paradigmático en este sentido es el de Keira Bell, una joven británica que se sometió a un tratamiento hormonal bloqueador de la pubertad y a una doble mastectomía cuando tenía 16 años y pocos años después, como tantísimos otros casos silenciados, se arrepintió. Pero dio un paso más y demandó al hospital y a los médicos que le realizaron el procedimiento, por considerar que se habían precipitado a asumir que era transexual sin hacerle una evaluación psicológica. Finalmente, la justicia británica falló que los menores “no pueden dar su consentimiento sin conocimiento de las consecuencias”. Como resultado, el Reino Unido está comenzando a reaccionar ante la epidemia de casos de “transición” de menores (que se ha incrementado hasta el 2496%) producida por el adoctrinamiento escolar y mediático en ideología de género.

Justamente en este adoctrinamiento, es donde viene a operar la otra ley propuesta en España, componente del tridente liberticida y hostil hacia el individuo y la familia, introduciéndose a través de los menores, y una vez más, invocando su derecho a la educación, con el que todos coincidimos. Pero lo que estas élites políticas entienden por educación, en realidad es ideologizar. Mucho se podría decir sobre las amenazas que esta ley implica para los niños y la familia, aunque ya hay un excelente artículo sobre ello publicado en esta web, por lo que, a él los remitimos.  Y es cierto, que la educación ha sido blanco de este mal durante generaciones ya. Aunque, hasta el punto de escenificar un conflicto entre padres que solicitan el Pin Parental, como medida de barricada ante tal afrenta hacia el derecho de los padres a educar según sus valores a sus hijos, y los intereses de los menores, erigiéndose el Estado como sabio moderador, no se había llegado hasta ahora. Como decía, se pretende, ley en mano, destruir a la familia como núcleo social y referente del Derecho Natural. La consecuencia es arrancar las raíces familiares a la persona y hacerla dependiente del Estado. Pero no de un Estado definido e identificable, sino de una amalgama compuesta por los temas candentes que lanzan la burocracia y los medios de comunicación, como el clima, la cacareada igualdad, los “derechos” de todo tipo usados como arma arrojadiza; combinados con las redes sociales y los medios telemáticos como medio casi único de relación entre individuos sueltos, superficiales, en la búsqueda permanente de placer y avocados al vacío existencial. ¿La vacuna ante este inminente peligro? La familia, y poco más.

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