Con tantas necesidades que padece América Latina, a veces perdemos de vista cual es la prioridad. Pero un momento de reflexión nos indica la exigencia de mayor peso y premura.
Nacen todos los días miles de niños y niñas. Y crecen a una velocidad tremenda, como bien lo sabemos los padres y abuelos.
Estos miles de niños que nacen cada día son nuestro futuro. Son los lideres, los trabajadores, los inventores de mañana. Y más, son los electores de mañana, y los que determinaran el futuro democrático de nuestro país. Nacen en un mundo bastante confuso, con muchos mensajes contradictorios, a veces con carencias culturales grandes, o, peor aún, carencias familiares. Desde jóvenes serán víctimas de las redes de medias sociales, con sus elementos tan cuestionables y adictivos.
Para nadie es secreto que, al llegar a la adolescencia en solo 12 o 13 años, estos muchachos son buscados por un sinnúmero de tendencias, negocios, mercados, y tentaciones. Y van a necesitar poseer los conocimientos, motivaciones y destrezas para entender, discernir y escoger lo mejor, evitando los que sólo les traerán complicaciones. En apenas 10 años, los adorables niños y niñas en segundo grado hoy van a estar votando.
Nuestra tarea más importante es proporcionarles esos conocimientos, motivaciones y destrezas para tener un plan de vida, para tener propósito, para poder llegar a sus metas de felicidad y éxito en su campo escogido. Para que puedan enrumbar sus vidas para fundar familias sólidas, ser madres y padres que puedan dar dirección acertada a sus hijos.
En una palabra, nuestra tarea principal es crear ciudadanos felices, confiados, seguros. Ciudadanos que agregan valor, por su rectitud, su optimismo y el orden con el cual desarrollan sus vidas.
El mundo de antaño (un mundo rural donde se sembraba y cosechaba, o no se comía), enseñaba una disciplina dura pero muy sana. El mundo de hoy ofrece una gama ilimitada de alternativas, dentro de una confusión de antivalores que atrapan a muchos.
Hoy hace falta lo que se llama la parentalidad positiva, un estilo de paternidad que lleva al niño, a la niña, con amabilidad y simpatía, a entender la importancia de vivir los valores universales: la valentía, la integridad, la lealtad, la perseverancia, la empatía, la solidaridad, la responsabilidad, el respeto.
Para ayudar a los padres en esta importante tarea, existe un programa educativo diseñado para el aula de clase, desde preescolar hasta último año de secundaria. En unas sencillas y divertidas lecciones, a través de una historia de unos compañeros de la clase y de la cancha, este programa lleva los niños, y luego los adolescentes, a vivir las aventuras, penas y alegrías de los personajes del cuento a medida que van creciendo. De esta manera el alumno puede descubrir por sí mismo/a como analizar cuidadosamente y luego discernir entre muchas opciones, desarrollando un sentido crítico propio. Este currículo se llama Aprendiendo a Querer* y se está implementando exitosamente en muchos colegios, públicos y privados de América, Europa y África, y en varios idiomas.
Recuerden: todo niño/a quiere ser bueno/a. Todo adolescente suena con destacarse, hacer el bien, ser admirable y aceptado. Todos quisieran escoger la vía más noble. Lo que les falta, muchas veces, es saber cómo hacerlo en un mundo que les aturde.
Aprendiendo a Querer es un programa con una sólida base antropológica, y atrae a cada alumno por el realismo de los intereses que describe a cada edad. Y porque le ofrece opciones nobles para cada situación por medio de la Pedagogía de la Integración de la Persona Humana.
En Perú, una organización de escuelas en situaciones de las más difíciles lleva este programa hace unos años y reporta que entre 10.000 alumnos, ya no tienen embarazos, porque tanto las muchachas como los varones han entendido lo que es un plan de vida y han aprendido lo precioso que es un amor para toda la vida, y como prepararse para ello.
En Venezuela, en México, en el Caribe, los testimonios dicen lo mismo: al entender cómo vivir los valores, tanto varones como niñas se alegran y se aplican para lograr vidas exitosas. La vida exitosa y feliz se basa en el matrimonio: un amor y una fidelidad, para el bien de ambos y para sus queridos hijos.
La trama de Aprendiendo a Querer lleva al ‘empoderamiento de la mujer’, por ir mostrando como se llega a ser una mujer líder, sin dejar de ser mujer. Hace hincapié también en las virtudes masculinas y ofrece variados modelos masculinos positivos para preparar a los alumnos a ser padres responsables y esposos fieles.
Cifras bien llevadas en Estados Unidos indican que el 84-87% de la delincuencia, el uso de drogas, y embarazos precoces en ese país sucedan en las familias marcadas por la deserción por parte del padre de familia.
Lamentablemente conocemos bien las cifras, siempre en aumento, de esto que los sociólogos llaman ‘ausencia paterna.’ Y, también gracias a los sociólogos en todos los países, sabemos que esa ausencia es la primera causal de pobreza.
Hoy en día, nuestra tarea más urgente e importante es formar a niños y niñas a ser personas de integridad, responsables y respetuosas, y al fin podemos decir que existe una ayuda contundente para ello. Estamos preparando niños y jóvenes a entender cabalmente su futuro rol de padre y madre, y las responsabilidades que trae. Así como las bendiciones y los privilegios.
En fin, lo importante es ayudarles a asumir un proyecto de vida sano, realista, coherente y posible, y eso se logra con Aprendiendo a Querer.
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