La conquista de la voluntad en los niños: una batalla crucial para los padres

El hombre realmente fuerte es aquel que es capaz de doblegar su voluntad y dominarse a sí mismo

El camino a la felicidad pasa por la voluntad y, por lo tanto, es clave en la educación de nuestros hijos. La voluntad puede conducirnos a lograr dominar nuestros sentimientos de tristeza, de envidia, de ira…y así llevarnos a una vida feliz.

Son muchas las veces en las que sentimos, por ejemplo, una envidia irracional o un arranque de ira o de rencor que puede desencadenar verdadera amargura. La voluntad nos hace capaces de redirigir nuestros pensamientos y olvidar al menos por un momento esos sentimientos de envidia o ira, y cuando volvemos sobre los que los ha motivado, estamos más serenos y no le damos tanta importancia. Arrancamos así la amargura de nuestro corazón.

Debemos ayudar a nuestros hijos a lograr ese dominio de la voluntad, igual que procuramos lograrlo nosotros mismos, porque es la llave de una vida feliz. Y se trata de algo sencillo: cambiar los pensamientos.

La receta es sencilla, si, pero supone un esfuerzo de voluntad importante pero que tiene una enorme recompensa y que a medio plazo nos da un corazón alegre lleno de sentimientos hermosos y capaz de desterrar todo aquello que nos hace daño. Es el único secreto del hombre verdaderamente fuerte, aquel que es capaz de doblegar su voluntad y dominarse a sí mismo y se obliga a pensar en lo que elige.

Y el siguiente paso podrá ser, entonces, obligarse uno mismo a hacer lo que debe hacer.

Es la piedra angular de la educación de nuestros hijos: enseñarles y ayudarles a dominar la voluntad y así, autocontrolarse y elegir el camino correcto.

Charlotte Mason (educadora británica de finales del siglo XIX cuyo legado sigue siendo el mejor sistema educativo que yo haya podido imaginar jamás) habla ampliamente de esa conquista de la voluntad y cómo ayudar a nuestros hijos a lograrla:

              “(… ) invítelo a cooperar, deje que intente y se proponga hacer lo que se le ordena con entusiasmo, y entonces será su propia voluntad la que le obligue y no la de sus padres. Ha comenzado el mayor esfuerzo, el máximo logro de la vida humana: obligarse a hacer lo que tiene que hacer. Hágale saber de qué se trata, déjele disfrutar de la sensación de triunfo y de su felicitación cada vez que termina esa tarea que empezó, cada vez que vuelva a centrarse en sus deberes o cada vez que se deshaga de un estado de ánimo sombrío y cambie una mirada amarga por una sonrisa” (Charlotte Mason. La educación hogareña).

Y así, un niño desde bien pequeño puede ir poco a poco doblegando la voluntad. Este autocontrol y esta fortaleza son más importantes de lo que creemos, la formación de la voluntad, como dice el Dr. Morell, es más importante para el destino de una persona que la del intelecto.

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