Un leopardo no puede cambiar sus manchas, y Jack Phillips, el pastelero que fue noticia por negarse, no a preparar pasteles para clientes LGBTI+, sino a apoyar esa cosa inexistente que llaman “matrimonio” LGBT+ haciendo pasteles de “boda” ad hoc, pastelero que luego ganó en el Tribunal Supremo…se ve atrapado de nuevo por un juez.
A. Bruce Jones, juez del tribunal de distrito de Denver (Colorado), impuso a Phillips una multa de 500 dólares por violación de la Ley antidiscriminación de Colorado.
Autumn Charlie Scardina, del curso del 78, registrado en Colorado como votante del Partido Demócrata se dedica a la abogacía. Un abogado (especializado en divorcios), que ejerce en Denver, es transgénero y un día pidió a la pastelería de Phillips, Masterpiece Cakeshop en Lakewood, que le hiciera una tarta rosa por dentro con una cubierta de glaseado azul para celebrar su propio cumpleaños/transición de hombre a mujer. Y no lo hizo en un día cualquiera: lo hizo el 26 de junio de 2017, el día en que el Tribunal Supremo federal de Washington decidió asumir el caso de la tarta de “boda” gay de Phillips.
Ahora hasta las paredes saben que Phillips es un cristiano practicante y que por ello se opone al “matrimonio” LGBT+. En los Estados Unidos de América esto se llama libertad religiosa y está protegida por la Constitución federal. Por eso en junio de 2018 ganó Phillips.
Sin embargo, ahora el juez Jones dice que no puede negarse a servir a la ideología de Scardina porque la libertad religiosa no tiene nada que ver con esto. Después de todo la Comisión de Derechos Civiles del Estado de Colorado ya había demandado a Phillips, pero abandonó el caso en marzo de 2019. En ese momento, el fiscal general de Colorado, Phil Weiser, dijo que ambas partes manifestaron que no tenían interés en seguir adelante. No contento con esto, Scardina continuó por su cuenta hasta el desenlace de hoy. Y entretanto también ocurrió que alguien no identificado (pero quizá conocido por Scardina) pidió a Phillips por correo electrónico dulces para celebrar a Satanás de forma blasfema y pornográfica.
Ahora bien, ¿cómo se puede afirmar que en el “caso Scardina” la libertad religiosa no tiene nada que ver? Si Phillips no puede aceptar celebrar la “transición de sexo” o la “transición de género”, al igual que no puede aceptar celebrar el “matrimonio” LGBT+ porque su código moral -basado en una precisa cosmovisión religiosa- se lo impide, la constitución federal de los Estados Unidos lo protege. Lo mismo ocurre si Phillips se niega, como hizo, a celebrar Halloween o Satanás. Se puede estar en desacuerdo con Phillips en cuanto al fondo, pero Phillips tiene todo el derecho a hacerlo. En Estados Unidos, la defensa de la libertad religiosa es la fuente de la libertad de expresión y de reunión.
Incluso si Phillips no fuera un cristiano practicante, su oposición ética, -o tal vez filosófica- a la celebración de un gesto ideológico, además de provocativo, estaría igualmente protegida. Porque eso es lo bonito de la libertad: no se puede forzar a una persona. El primer convencido de ello es Jack Phillips, que de hecho recurrirá.
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