Joe Biden, que prometió “unir a la gente” y “unir al país”, vuelve a caer en la misma piedra una vez más; esta vez en el ámbito de nuestro sistema de educación pública K-12 (es decir, desde parvulario a los 5-6 años de edad, K de kindergarten, hasta graduarse en el curso 12, a los 17-18 años de edad). En su continuo impulso a la agenda radical LGBT, la administración Biden acaba de publicar un recurso de 2 páginas titulado “Confronting Anti-LGBTQI+ Harassment in Schools” (Oposición al acoso anti LGBTQI+). En lugar de ayudar a sanar la división en nuestro país, el recurso demoniza a los conservadores y a quienes desean defender a nuestras hijas, y pide que se castigue a los niños de 11 años que no se adhieren a la agenda marxista LGBT.
El recurso comienza con una flagrante falsedad. En su párrafo inicial afirma: “Es importante recordar que la discriminación de los estudiantes por su orientación sexual e identidad de género es una forma de discriminación sexual prohibida por la ley federal”. Mientras los funcionarios radicales LGBT de la administración Biden quieren que esto sea cierto, en la actualidad no existe ninguna ley federal ni sentencia del Tribunal Supremo que así lo establezca (aunque el gobierno de Biden apoya firmemente la mal llamada “Ley de Igualdad” federal, que prohibiría explícitamente este tipo de discriminación y promovería la agenda radical LGBT). Así, resulta irónico que un recurso creado por las oficinas de derechos civiles de los Departamentos de Justicia y de Educación de los Estados Unidos , que se encargan de conocer la ley, se equivoque tanto en lo que respecta a lo que la ley dice.
A continuación, el recurso da ejemplos de situaciones en las que los Departamentos de Justicia y Educación “pueden abrir una investigación”. Un incidente que los departamentos considerarían digno de investigación es el siguiente:
“De camino al baño de chicas, una chica transgénero de instituto [es decir, un hombre biológico] es detenida por el director, que le impide la entrada. El director le dice a la estudiante que use el baño de chicos o la enfermería porque sus registros escolares la identifican como ‘hombre’. Más tarde, la estudiante se une a sus amigos para hacer una prueba en el equipo de animadoras femenino y el entrenador la rechaza de las pruebas únicamente porque es transgénero. Cuando la estudiante se queja, el director le dice que ‘esas son las políticas educativas del distrito'”.
Así que la política creada por un consejo escolar de distrito, diseñada para respetar la privacidad de las mujeres en ese lugar tan íntimo y para garantizar que los varones biológicos compitan sólo con otros varones biológicos -y que es legal según la ley actual- se reporta como conducta ilícita. El gobierno de Biden quiere hacernos creer que los educadores y los padres deberían avergonzarse por intentar proteger a sus hijas.
En otro ejemplo, un niño transgénero (es decir, una mujer biológica) en la escuela secundaria “se presenta como Brayden y dice a sus compañeros que utiliza los pronombres él/ella”. Este niño, que probablemente sólo tenga 11 años, ya está siendo “confirmado” por el recurso en su identidad transgénero. Entre las actividades que el recurso considera dignas de ser investigadas está el hecho de que los compañeros “le llamen por su antiguo nombre”. Así que los alumnos de 11 años de la escuela media, que muy probablemente han conocido a la alumna biológica en cuestión como niña durante varios años y que pueden reconocer desde siempre las diferencias entre niños y niñas, estarían incurriendo en una conducta ilícita cuando utilizan el nombre anterior de la alumna. Según el gobierno de Biden, estos estudiantes de secundaria deben ser obligados por el gobierno a apoyar la agenda LGBT o afrontar las consecuencias. Si alguna vez hubo un caso de tiranía, es éste.
Irónicamente, el recurso contiene una cita de Kristen Clarke, Fiscal General Adjunta de Derechos Civiles del Departamento de Justicia de EE.UU., según la cual “todos los estudiantes deben poder aprender en un entorno seguro y libre de discriminación y acoso”. Se trata de la misma Kristen Clarke que escribió que los negros son superiores a los blancos y que apoyó al controvertido profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) Leonard Jeffries al hablar ante la asociación de estudiantes negros de su universidad. Como informó The New York Post en enero de este año:
“Cuando era estudiante de Harvard, Clarke argumentó en el periódico estudiantil que los negros tenían mayores “capacidades mentales, físicas y espirituales” que los blancos debido a la cantidad de melanina en su piel, una teoría racista defendida por los defensores de la raza, como Louis Farrakhan y la Nación del Islam. Como presidenta de la Asociación de Estudiantes Negros de Harvard, invitó al autor Tony Martin a hablar en el campus, a pesar de su rabioso antisemitismo y de la negación del Holocausto. Luego lo defendió como un “intelectual negro que basa su información” -es decir, sus calumnias antisemitas- “en hechos indiscutibles”.
Así que una conocida racista de la administración Biden está promoviendo una política supuestamente diseñada para eliminar la discriminación. ¿En qué planeta vivimos?
En su más reciente esfuerzo por promover la agenda radical LGBT, la administración de Biden ha emitido un recurso escolar con una cita de un conocido racista que no sólo se equivoca en su interpretación personal de la ley, sino que avergüenza a los educadores y a los padres por querer proteger a sus hijas, y apoya que los estudiantes de secundaria sean obligados a seguir la línea radical LGBT. ¡Y pensar que nos opusimos al gobierno británico sólo por cuestiones fiscales! Ya va siendo hora de que los ciudadanos sensibilizados por esta situación se levanten contra esta extralimitación despótica de la administración Biden y defiendan a nuestros hijos contra la agenda extremista LGBT.