El principal experto finlandés en “medicina pediátrica de género” ha denunciado la presión para “transicionar” a los niños con disforia de género, una práctica muy promovida por la clase dirigente socialista y liberal en todo Occidente.
Los partidarios de administrar bloqueadores de la pubertad y hormonas intersexuales a los niños, así como la posibilidad de someterlos a cirugía de mutilación genital, se refieren a estas prácticas como “tratamientos de afirmación de género”. Pero el Dr. Riittakerttu Kaltiala, catedrático de psiquiatría de adolescentes de la Universidad de Tampere (Finlandia), denunció estas prácticas llamándolas por su nombre: “transiciones sociales” impuestas a los niños.
Permitir que los niños se identifiquen con un género diferente, que utilicen pronombres distintos y que usen baños e instalaciones que no corresponden a su sexo real, perpetúa la confusión de género de los niños e introduce fuertes interferencias sociales y psicológicas en el desarrollo del niño.
Según Kaltiala, cuatro de cada cinco niños que se enfrentan a la confusión de género a una edad temprana la superarán y volverán a identificarse con su verdadero sexo, por lo que intervenir en el tema puede ser perjudicial. Además, un estudio finlandés demostró que la salud mental de las personas que recibieron tratamiento hormonal de niños se deterioró en la edad adulta.
Aun así, el prof. Kaltiala sostiene que los tratamientos basados en la identidad de género no deben empezar antes de la edad adulta. Frente a estas simples declaraciones de expertos y pruebas científicas contrastadas, ¿Qué ha decidido hacer el Gobierno socialista finlandés?
La mayoría social comunista aprobó en los últimos días una nueva “ley progresista” de derechos que facilita sustancialmente el cambio de sexo legal. Hace unos meses, la Primera Ministra Sanna Marín promulgó una ley que estipula que los transexuales mayores de 18 años pueden cambiar legalmente de sexo mediante un proceso de autodeclaración, sin tener que pasar ya por un engorroso proceso de aprobación médica y psiquiátrica.
Sólo un primer paso, gran parte de la coalición y los grupos de presión pro-LGBTI exigieron y siguen exigiendo que se rebaje la edad de autodeclaración a 14 o 16 años, y algunos piden que se suprima también el consentimiento paterno para los menores. Socialistas y grupos de presión, al fin y al cabo, quieren imponernos el único progreso que conocen, el que va contra la naturaleza humana, la realidad e incluso la ciencia.