El New York Times parece ir en contra de su narrativa anterior, planteando cuestiones sobre la medicalización de los niños que se identifican como transexuales. El año pasado publicó un informe titulado “Pausaron la pubertad, pero ¿hay un coste?” y a principios de este año, otro titulado “Cuando los estudiantes cambian de identidad de género y los padres no lo saben”. La escritora Pamela Paul ha escrito un artículo en el que se pronuncia en contra de la afirmación rápida del género, recurriendo a ejemplos de jóvenes que se arrepienten de haberse sometido a transiciones físicas debido a la disforia de género antes de comprender plenamente las causas subyacentes.
Aunque muchos medios han informado sobre este tema, la exploración de estos argumentos por parte del NYT tiene un mayor impacto cultural debido a su lectorado liberal. Los críticos lo ven como una señal de que las cuestiones que rodean al activismo y las políticas transgénero están ganando una mayor aceptación para ser debatidas abiertamente.
El artículo cuestiona las premisas de muchos activistas transexuales, afirmando que no se exploraron otras explicaciones para la disforia de género antes de realizar la transición. Esto se produce cuando Paul entrevista a terapeutas sobre sus preocupaciones respecto al tratamiento de los niños con disforia de género.
Paul sugiere un enfoque más prudente que el que se promueve actualmente en la comunidad LGBT. Alude a historias de profesionales médicos y padres victimizados por cuestionar el modelo de transición rápida impuesto por los movimientos LGBT. Se trata de una postura notablemente diferente de las narrativas transmitidas anteriormente por el NYT, que presenta un cambio significativo en el discurso cultural sobre las identidades transgénero.