Este 2 de mayo se debatía en el Senado colombiano el Plan Nacional de Desarrollo. Uno de los puntos donde el gobierno encalló fue el art. 304 que pretendía imponer el adoctrinamiento de género y la llamada “salud sexual y reproductiva”, eufemismo de aborto. Finalmente fue tumbado. ¡¡Bien!!
Una vez más afloró el espíritu del 10 de agosto, ese movimiento masivo que logró frenar las cartillas escolares colombianas que pretendían adoctrinar a los niños. Aquello costó el puesto de la ministra de Educación de entonces, Gina Parodi. Pero fue también una victoria que “empoderó” a los padres de familia y que coadyuvó a que naciera la actual “bancada provida”.
El éxito del rechazo del art. 304 es muy relevante porque se suma al avance de un proyecto de ley que haría efectivo el derecho preferente de los padres en la educación afectivo-sexual de sus hijos conforme a sus principios y valores. Y para cerrar el círculo virtuoso coincide también con el rechazo de otro proyecto de ley que pretendía el adoctrinamiento en las aulas. ¡¡Bien!!
Cuando una sociedad está viva y organizada, la agenda antivalores no puede avanzar mientras que la agenda vida, familia y libertad termina desplegándose.
En el caso de Colombia ocurre además que el gobierno de coalición de Gustavo Petro saltó por los aires el pasado 28 de abril. Conservadores, liberales y Partido de la U que hasta ahora eran socios de gobierno se convierten en oposición parlamentaria. Y todos los incentivos apuntan a la necesidad de marcar distancias con el gobierno al que hasta hace poco pertenecían.
Es lo que ha pasado con el Partido Conservadoir que ha observado en el polémico artículo 304 del Plan Nacional de Desarrollo un ariete perfecto para distanciarse del gobierno y evidenciar independencia.
Y cabe esperar que este tipo de movimientos se siga produciendo en el futuro próximo. Petro solo podrá gobernar desde la radicalidad más extrema. Por eso es un buen momento para frenar sus proyectos ideológicos radicales: ya perdió la mayoría y es difícil que logre recuperarla.
Petro se sabe sólo en su palacio presidencial de Nariño. Y por eso amenaza con que o la democracia le sonríe o lo impondrá por la vía revolucionaria:
“El intento de coartar las reformas puede llevar a la revolución. Lo que se necesita es que el pueblo esté movilizado, como lo estuvo con (el prócer independentista Simón) Bolívar”
“Traducción”: o votos o botas.
Un deje antidemocrático y violento que increíblemente todavía no ha contado con la “tarjeta amarilla” de la OEA.
No obstante la amenaza no revela sino debilidad. Y eso es una oportunidad para las fuerzas provida y profamilia en Colombia.