Buenas noticias desde Irlanda, al menos por una vez. El miércoles 21 de julio, la Comisión de Justicia del Parlamento de Dublín rechazó un proyecto de ley que habría introducido el suicidio asistido y la eutanasia. Esto no era en absoluto el resultado que se preveía, que también se logró gracias al duro trabajo de los grupos pro-vida y a la oposición clara y decisiva de la profesión médica.
El proyecto de ley fue propuesto por un diputado de People Before Profit, un pequeño grupo de extrema izquierda, y el año pasado, para cierta sorpresa, recibió el apoyo inicial de algunos representantes de la coalición gobernante, entre ellos el ex primer ministro Leo Varadkar y los ministros de Sanidad y Justicia. Una propuesta similar ya había sido rechazada en 2015.
Sin embargo, tras una consulta pública, la Comisión de Justicia decidió no proceder a la evaluación del texto y recomendó al Parlamento la creación de una comisión especial dedicada precisamente a las cuestiones de la eutanasia y el suicidio asistido.
Por supuesto, no se trata de un rechazo total, pero dada la lentitud de los plazos parlamentarios debida a la emergencia del CoViD-19, es poco probable que los trabajos de la futura comisión especial estén terminados antes del final de la legislatura. Menos aún si se adelantan las elecciones generales, lo que no se descarta.
Hubo dos elementos que condujeron a esta importante decisión: la fuerte oposición expresada por las contribuciones presentadas durante la consulta pública, con los médicos y los profesionales a la cabeza, y el dictamen crítico de la Asesoría Jurídica del Parlamento, que señaló que el texto del proyecto de ley contenía graves lagunas y posibles incompatibilidades con la Constitución.
La consulta pública contó con 1.400 contribuciones de ciudadanos y grupos organizados. El mundo provida, en sus diferentes articulaciones, encontró apoyo en las organizaciones profesionales médicas y en las asociaciones que luchan por los derechos de los discapacitados.
Todas las organizaciones profesionales médicas se han pronunciado en contra del proyecto de ley, ya que distorsionaría la relación médico-paciente y la finalidad misma de la medicina, que no es matar, sino cuidar a los enfermos. La intervención de los profesionales del sector de cuidados paliativos, que se enfrentan a diario a situaciones “límite”, es significativa.
El frente pro-eutanasia presume ahora de un aparente apoyo público, pero esto no se reflejó en absoluto en las respuestas dadas durante la consulta. Ello es una muestra de que el mundo provida, a pesar de la severa derrota sufrida en el referéndum sobre el aborto de 2018, sigue consiguiendo organizarse con eficacia e impactar en el mundo real.
En los últimos años, Irlanda se ha movido en la dirección opuesta. Dos referendos populares, uno que redefine el concepto de familia, ampliando el “matrimonio” a las parejas del mismo sexo, y otro que anula el artículo de la Constitución que defiende la vida prenatal, liberalizando así el aborto. Además, en cuestiones cruciales como la reproducción asistida, la gestación subrogada o el género, los políticos irlandeses de todos los colores han expresado últimamente posiciones muy liberales.
La pequeña pero gran victoria de hoy para el frente provida marca, por tanto, un cambio de ritmo que da cierta esperanza. Queda por ver si se trata de algo transitorio o va más allá. Algunos dirán que los partidos gobernantes querían evitar una nueva división, dispuestos, quizás en la próxima legislatura, a presentar una versión edulcorada de una ley similar. No hace falta decir que ya veremos. Pero, al menos por ahora, es bueno celebrarlo.
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