Archie Battersbee es el nuevo Alfie Evans (2016-2018). Originario de Southend (Essex), el chico tiene doce años y lleva más de un mes inconsciente tras sufrir un traumatismo craneal en un accidente doméstico. Los especialistas que le atienden en el Royal London Hospital consideran “muy probable” que el niño haya muerto y que, por tanto, procede suspender (en este momento se presume) el soporte vital.
El caso acabó en el Tribunal Superior de Londres, donde los jueces dictaminaron que Archie tendrá que someterse a una prueba del tronco encefálico para comprobar si sigue vivo. Hollie Dance, la madre del niño, había pedido al juez que diera a su hijo “más tiempo”.
El niño, un brillante gimnasta, había sido encontrado sin vida en su casa el 7 de abril con una ligadura en la cabeza. La madre afirma haber oído hablar de chicos que utilizaban este tipo de ataduras para retarse en Internet. “Probablemente no ocurrió así, pero no lo descarto”, dice la Sra. Dance, sin desvelar demasiado.
Fueron los gestores del Hospital Real de Londres quienes acudieron al tribunal. La palabra clave es siempre la misma que animó los casos judiciales de Charlie Gard (2016-2017), Alfie Evans y otros niños desafortunados: “interés superior”. Una vez más, se consideró que el “interés superior” era dejar morir al paciente.
La madre de Archie está “disgustada” por el veredicto, y explica que “fue un infierno para mis otros hijos escuchar varias veces de la autoridad hospitalaria que mi hijo ya estaría muerto”. Lo que le ocurrió a Archie “es un trauma psicológico que nos afectará el resto de nuestras vidas”, afirma.
Tanto la Sra. Dance como el padre del niño, Paul Battersbee, se muestran escépticos acerca de la fiabilidad de la prueba del tronco encefálico y preferirían que continuaran regularmente los cuidados y el tratamiento dispensados hasta ahora a su hijo.
Demasiado pronto para decir que está muerto
Ella Carter, portavoz de la familia Battersbee, contó al tribunal que Archie abría los ojos y se le caían algunas lágrimas mientras le cambiaban el tubo de ventilación durante un tratamiento muy doloroso.
Los familiares interpretaron esto como una prueba de que Archie seguiría vivo. La propia Sra. Dance afirma que, cuando iba a visitarle, su hijo le estrechaba la mano y los dedos durante un tiempo prolongado. Según la madre de Archie, “su agarre es mucho más fuerte ahora que al principio”: un comportamiento que, en su opinión, denota cierta mejoría del cuadro clínico.
“Creo que es su forma de hacerme saber que sigue aquí y que sólo necesita más tiempo”, dice la madre de Archie. “No sabemos el alcance de los daños, pero aún así, prefiero tenerlo a no tenerlo más conmigo. El Sistema Nacional de Salud tiene una opinión diferente, pues cree que los pacientes con muerte cerebral pueden seguir teniendo reflejos físicos.
Dar una oportunidad a niños como Archie
La Sra. Dance dice estar “emocionalmente agotada” por este drama familiar, pero al mismo tiempo confía en las posibilidades de recuperación de su hijo. Donde hay vida, hay esperanza”, dice la madre.
“Me han contado historias de personas que han estado en coma durante meses y de repente se han despertado”. A Archie y a todos los niños en su situación se les debe dar “tiempo” y “la oportunidad de luchar”: para ellos, argumenta el Sr. Dance, “unas pocas semanas no son suficientes”.
Apoyando legalmente a la familia de Archie está el Christian Legal Center, cuya directora gerente, Andrea Williams, afirma: “Este caso plantea la cuestión moral, legal y médica de cuándo muere una persona. Los padres de Archie no aceptan que esté muerto y luchan por su vida”.
Mientras tanto, los ex boxeadores David Haye y Ricky Hatton están apoyando la causa de la familia Battersbee con vídeos de apoyo y promoviendo el crowfunding en Gofundme para sus gastos legales, que hasta ahora ha recaudado 16.000 libras.