A pocos días de la muerte de la filósofa Judith Thomson, feminista, catedrática del famoso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y autora de uno de los más conocidos argumentos éticos a favor del aborto. Estudiemos este argumento y cómo responderle de forma sencilla.
Éste el famoso argumento: “Supongamos que usted se despierta una mañana y se encuentra en la cama con un violinista inconsciente. Un famoso violinista inconsciente. Se le ha descubierto una enfermedad renal mortal y la Sociedad de Amantes de la Música ha consultado todos los registros médicos y ha descubierto que solo usted tiene el grupo sanguíneo adecuado para ayudarle. Por consiguiente, le han secuestrado y por la noche han conectado el sistema circulatorio del violinista al suyo para que sus riñones puedan purificar la sangre del violinista además de la suya propia. Y el director del hospital le dice ahora a usted: «Mire, sentimos mucho que la Sociedad de Amantes de la Música le haya hecho esto. Nosotros nunca lo hubiéramos permitido de haberlo sabido. Pero, en fin, lo han hecho, y el violinista está ahora conectado a usted. Desconectarlo significaría matarlo. De todos modos, no se preocupe, solo es por nueve meses. Para entonces se habrá recuperado de su enfermedad y podrá ser desconectado de usted sin ningún peligro” [J. Thomson, Una Defensa del Aborto, 1971]
Este ejemplo ficticio de Thomson sugiere que el derecho de una persona a no ser asesinado puede ser superado por el derecho de otra persona a controlar su propio cuerpo, cuando hay conflicto entre estos dos derechos humanos fundamentales.
Esta analogía nos habla en realidad de la posibilidad de abortar en caso de un embarazo forzado. Evidentemente, lo relevante para esta analogía no es que se trate de un violinista, sino que sea una persona, ya que la autora ha asumido que el no-nacido lo es para su argumentación. Hay evidentemente mucho en común entre el violinista del argumento y el niño por nacer.
La analogía del violinista es estructurada de la siguiente manera:
1. Una mujer que lleve en su vientre un feto concebido por causa de una violación es como una persona obligada a permanecer conectada al sistema circulatorio (cuerpo) de otra persona inconsciente con el fin de mantenerla con vida.
2. En virtud de que una persona ha sido obligada a permanecer conectada al sistema circulatorio (cuerpo) de otra, esa persona tiene derecho a desconectarse de esta. No es un comportamiento heroico, pero es su derecho.
Conclusión: Por lo tanto, una mujer que lleve en su vientre un feto concebido por causa de una violación tiene derecho a desconectarse de este.
¿Cómo responder a este argumento que defiende el derecho al aborto en caso de violación?
Seguiré con este fin el camino trazado por la filósofa británica Phillipa Foot y el filósofo australiano/estadounidense John Finnis.
Acá no discutimos para saber si el feto es persona o no, porque la misma analogía del violinista lo establece como tal. Es un buen punto a guardar en mente en un debate contra un defensor del aborto que le cita este argumento, para poder usarlo contra él si la ocasión se presenta más adelante.
Para desestimar el argumento del violinista, se debe establecer que HAY UNA DIFERENCIA FUNDAMENTAL ENTRE EL VIOLINISTA Y EL NIÑO POR NACER. En el caso del violinista, si la mujer decide desconectarse, NO LO ESTÁ ASESINANDO. Ella permite que la vida siga su curso sin más intervención humana, y ésta resultará en la muerte del violinista POR CAUSA DE SU ENFERMEDAD. La mujer del ejemplo no ha sido heroica, pudiendo salvar una vida, pero no puede ser obligada a curar la enfermedad de un extraño. De la misma manera que nadie le puede obligar a dar un riñón, o incluso a dar su sangre con fin de transfusión, incluso si este fuera por su propio hijo. Es un acto bueno, virtuoso y recomendable, pero no obligatorio.
A cambio, el aborto requiere la intervención directa de un ser humano cuyo objetivo es poner fin a la vida de otro (ya que establecemos que el feto es una persona). En otra palabra: es un asesinato. El curso natural del embarazo sano es el nacimiento, no la muerte del niño.
En resumen, una cosa es NO TE VOY A SALVAR LA VIDA (negación de prestación de servicio) como en la analogía del violinista. Otra cosa es TE VOY A QUITAR LA VIDA (acto voluntario de interrumpir la vida natural de una persona). El primer caso no es virtuoso, pero es lícito. El segundo es criminal e ilícito.
Espero haberles ayudado en vista a su próximo debate a favor de la vida.
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