Estoy empezando a leerme un libro imprescindible : “La masculinidad robada” de María Calvo.
Podría reproducir cientos de citas, pongo aquí una de ellas, elegida casi al azar porque todas son valiosas:
“Actualmente la imagen del hombre fuerte, noble, valiente, con autoridad y seguro de sí mismo ha quedado descartada y sustituida por la de hombres blandos, sensibles, maternales, muchas veces ridículos, incluso esperpénticos, que huyen del conflicto (aunque sea por una causa justa), de la responsabilidad y del compromiso”.
Hace sólo unos pocos años que venimos avisando de la necesidad de reivindicar la masculinidad y cada vez es más apremiante. Mientras leo el libro me voy emocionando al ver escrito de manera tan atinada y exacta lo que va rondando en mi cabeza desde hace tanto tiempo y sobre lo que alguna vez me he atrevido a escribir. La promoción de la mujer de manera exagerada ha provocado la anulación del hombre. La sociedad de hoy sólo considera a la mujer. Sí, es verdad que el mundo parece que sigue dominado por los hombres pero sólo en tanto en cuanto acepten esa primacía de la mujer, oculten su masculinidad y se limiten a aceptar las cuotas, la discriminación positiva, leyes y planes de igualdad que ignoran o discriminan al hombre, el protagonismo permanente de la mujer y, además, manteniendo las quejas y el victimismo. Es inaceptable que se hable de discriminación de la mujer cuando todo son privilegios hacia ellas.
Sencillamente, se nos ha ido de las manos. Y hemos relegado la masculinidad al ostracismo y al ridículo, cuando no a la condena rotunda de la virilidad.
Nos encontramos ante una verdadera crisis de identidad en los varones azuzada desde los primeros años de escolarización y que se agrava durante toda la escuela. Nuestros hijos lo están sufriendo ya y todos pagaremos por ello. ¿El culpable? La negación de la naturaleza humana, la reingeniería social y la ideología de género.
¿Y qué podemos hacer? Pues al menos esto, reivindicar y celebrar la masculinidad. Y no ceder.
Yo, desde aquí quiero agradecer al hombre que sea hombre y les pido que sigan siéndolo. Gracias, varón, por ser nuestro complemento, gracias por cuidarnos, gracias por la autoridad y la fortaleza, gracias por vuestra ternura a veces callada, gracias por ser como sois. No os rindáis. Las mujeres necesitamos que seáis hombres, que seáis masculinos, que seáis vosotros mismos.
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