La era del CoViD-19 genera muchas paradojas, y el hecho de que todos estemos pendientes del estado de la salud pública supone un choque frontal con la total y absoluta despreocupación con la que la mayoría de la gente contempla diariamente la tragedia de los miles de niños asesinados en el vientre de sus madres; a los que son suprimidos por venir con un defecto por el cual se les considera indignos de vivir; a los que sufren, a los enfermos terminales y a los cansados de esta vida que piden ser eutanasiados. Y todo esto no supone ninguna novedad.
Pero algo igualmente trágico es que los abanderados de la muerte ya no puedan ni siquiera ver lo ridículos que son.
En el número 36 de la calle Schanzenstraße de Hamburgo (Alemania) se encuentra la “Verein Sterbehilfe“, es decir, la “Organización de Apoyo a la Muerte”, aunque la eutanasia que ofrece es todo lo contrario al concepto de “organización“.
Ante el furor del virus matriz y sus variantes que van apareciendo en cada esquina, la asociación que da muerte a quien lo solicita ha establecido un estricto protocolo, defendido con intransigencia teutónica. Para solicitar la muerte, ahora hay que demostrar que se está sano, es decir, que el interesado se ha vacunado contra el nuevo coronavirus mostrando el “pase verde”. Si no es así, nada. No se puede matar a nadie si no cumple con ese requisito.
“Sterbehilfe nur noch für Geimpfte und Genesene“, puede leerse en la página web de la Asociación: la eutanasia sólo está disponible para personas vacunadas o curadas. ¡No querrás que cualquier desgraciado antivacuna (‘no vax’) o contrario al pasaporte COVID (‘no pass’) aparezca de pronto y vaya a infectar a otra persona y ponga su vida en riesgo¡ …
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