Una mujer de Ontario (Canadá) ha demandado a sus médicos y terapeutas por haberla tratado de forma afirmativa durante su disforia de género y haberle extirpado los pechos y el útero. La demanda es la primera de este tipo en Canadá.
Michelle Zacchigna, de 34 años y natural de Orillia, se había enterado del concepto de transexualidad en una página web en 2009, tras varios años de depresión, ansiedad e intentos de suicidio causados por el acoso escolar en sus años escolares.
Como reacción a la ideología transgénero presentada en Internet, interpretó erróneamente su sufrimiento psicológico como una expresión de disforia de género:
“Más tarde supe que lo que había vivido en mi infancia era un trauma del desarrollo”, escribió. “Influyó en el curso de mi vida. Mi personalidad cambió por completo. Pasé de ser una niña ruidosa, bulliciosa y obstinada a una adolescente pasiva, tímida y con baja autoestima.”
Al año siguiente, empezó a buscar ayuda médica para tratar su disforia de género. Los médicos la trataron de forma transafirmativa, es decir, adoptaron la falsa idea de Zacchigna de que su sufrimiento psicológico se resolvería con un cambio de identidad de género. Por ello, le recetaron testosterona como parte de la terapia hormonal y le extirparon los pechos y el útero.
Sólo años más tarde, cuando su posterior compañero de piso trans renunció a su falsa autoidentidad como mujer, Zacchigna empezó a darse cuenta de que su relación con su género y su cuerpo era más diversa de lo que retrata la ideología transgénero. Con este conocimiento llegó a “la terrible comprensión de que todo lo que me había hecho a mí misma durante los últimos diez años no era más que una ilusión”.
Ahora la mujer ha demandado a un total de ocho médicos y terapeutas que la trataron de forma transafirmativa durante su crisis de salud mental. En lugar de trabajar su confusión de género con un diagnóstico diferencial, sus médicos habrían aceptado acríticamente su autodiagnóstico y autorizado una cirugía irreversible con extirpación de útero y mamas.
“Viviré el resto de mi vida sin pechos, con una voz más grave, una calva masculina y sin capacidad para quedarme embarazada. La extirpación de mi útero perfectamente sano es lo que más lamento”, afirma hoy la joven.
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