Según el cuatro veces primer ministro británico de finales del siglo XIX, William Gladstone (1809-1898), Oxford “inculcó una reverencia por lo que es antiguo, libre y grandioso”. Hoy, aproximadamente un siglo y medio después, es probable que una de las prestigiosas articulaciones de la universidad de la ciudad inglesa, corra el riesgo, más bien, de mostrar reverencia hacia lo que es políticamente correcto. Se trata del Merton College, que ha decidido planificar una serie de debates destinados a los estudiantes para reflexionar sobre delicados problemas éticos, pero con la condición de que la narrativa sea única y exclusivamente una: LGBTQ+. Como se lee en The Telegraph, de hecho, la universidad ha anunciado el próximo evento con el título “Conversaciones sobre la igualdad” para profundizar el tema de la “interseccionalidad trans” es decir, la discriminación que sufren las personas transexuales. Sin embargo, hay un detalle que está lejos de ser insignificante: cualquier opinión que no se ajuste a la agenda arcoiris está prohibida en el debate, por tanto, los participantes deben firmar un código de conducta en el que aseguran “abstenerse de usar un lenguaje o proponer ideas destinadas a sovacar las identidades trans y de género”. El mismo artículo en The Telegraph – firmado por Camilla Turner y Ewan Somerville- revela: “Es probable que esto [incluido el idioma] incluya la opinión segun la cual existe una diferencia entre sexo e identidad de género, así como la opinión de que las mujeres biológicas no son exactamente como las mujeres transgénero, que son biológicamente hombres, pero se identifican como mujeres “. No faltaron otras manifestaciones de decepción, incluso dentro de la misma universidad. La profesora Selina Todd, por ejemplo, afirmó que “mi intelecto sugiere que las universidades deberían apoyar la libertad de expresión”. Todd agregó agregó que estaba “sorprendida” por el reglamento impuesto con motivo de este debate y señaló que constituye un “precedente peligroso”. En la misma sintonía Michael Biggs, profesor de sociología en la misma universidad, según el cual “el código de conducta parece destinado a infundir ansiedad en el público, que no puede saber qué puntos de vista están prohibidos”.
Marcha atrás
El avispero de polémicas ha surtido efecto. El miércoles de la semana pasada, Merton College decidió reexaminar las reglas del debate: removió de la página del evento el código de conducta reemplazándolo con una declaración genérica de apoyo a la libertad de expresión. Se lee, como informa el The Telegraph: “La Universidad considera prioritario proteger la libertad académica y sus miembros de la discriminación ilegal”. Y que su objetivo es “Promover una cultura basada en opiniones y debates que no toleran ninguna forma de acoso y persecución”, por esta razón, nosotros y la Universidad estamos comprometidos a promover un entorno inclusivo y diversificado garantizando a nuestro personal y estudiantes, incluidos los miembros LGBTQ+ de la comunidad, que sean capaces de prosperar y desarrollar su potencial”. ¿Bien está lo que bien acaba? Suponemos… El caso de Merton College enseña dos cosas. Primero: sobre ciertos temas – explica el dr. Marcus Evans en su declaración filmada por “IfamNews” – hay una manta intelectual que no admite disenso. Segundo: la parcial marcha atrás del Merton muestra que, solo si hay alguien dispuesto a alzarse contra la imposición de un solo pensamiento, es posible perforar esa manta intelectual.