Nuevas sombras se ciernen sobre Anthony Fauci. El asesor médico del presidente de los Estados Unidos de América desempeñaría un papel decisivo en la investigación sobre los bebés abortados. El Instituto Nacional de la Salud (NIH), dirigido por el renombrado virólogo, recibió 27 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses para realizar el 80% de los ensayos con tejido fetal. La mayor parte de la financiación en cuestión (79,8%) proviene del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), dirigido por el propio Fauci, que espera gastar 88 millones de dólares en este tipo de investigaciones en 2022. Así lo revela un informe de Fox News.
Los proyectos incluyen la “humanización” de ratones “reconstituyéndolos con hígado fetal humano” tomado de bebés abortados entre las 17 y 22 semanas de edad, un estudio, este, que recibió más de 20 millones de dólares del NIAID entre 2014 y 2018.
Otro estudio, financiado por el Instituto Nacional del Ojo, se centró en células oculares fetales, que supuestamente fueron proporcionadas por Advanced Biosciences Resources, instituciones con conocidos vínculos con Planned Parenthood.
Roedores Frankenstein
Preguntados por Fox News, ni los NIH ni el Departamento de Salud y Servicios Humanos quisieron comentar la noticia. Sólo en Fox, Christine MacPherson, director de desarrollo del Proyecto de Residuos de Bata Blanca, un grupo de reflexión que se opone a la experimentación con animales afirma: “La mayoría de los contribuyentes republicanos y demócratas no quieren que se les obligue a pagar a las batas blancas de las universidades. Decenas de millones de dólares cada año para implantar dedos, cabelleras, ojos y otros órganos de fetos humanos abortados en monos y ratones para realizar experimentos de pesadilla.”
La Universidad de Pittsburgh (Pensilvania) defendió sus inquietantes experimentos (entre ellos, la implantación del cuero cabelludo de bebés abortados en roedores para probar su sistema inmunitario) y declaró que la investigación estaba “totalmente en conformidad” con la legislación estatal y federal. Esta investigación sería financiada por el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Fauci.
La implicación aún más espantosa es que algunos de los bebés abortados podrían haber nacido vivos. El Center for Medical Progress y otros médicos, algunos de ellos abortistas, han sugerido que los corazones de los bebés sacrificados para el experimento pueden seguir latiendo en el momento de la explantación. Para mostrar los resultados de sus estudios, los investigadores de Pittsburgh publicaron monstruosas imágenes de mechones de pelo humano cultivados en roedores.
La Universidad de Pittsburgh en el ojo del huracán
En mayo, en una audiencia sobre los créditos fanatizados celebrada en la Cámara de Representantes, se preguntó a Fauci sobre la financiación por parte del NIAID de los experimentos con ratones de Pittsburgh y si su instituto era consciente de que el tejido procedía de bebés abortados. En su momento, el asesor médico de la Casa Blanca respondió que el estudio se había sometido a “todas las directrices y la supervisión adecuadas”, pero esa respuesta no satisface en absoluto al fundador del Center for Medical Progress, David Daleiden, que califica las palabras de Fauci de “indignantes”.
Los cueros cabelludos de fetos humanos utilizados en los experimentos de la Universidad de Pittsburgh, dice Daleiden, sólo podrían obtenerse a través de un aborto de “nacimiento parcial”, ciertamente no un aborto de “desmembramiento”, en el que se aplasta el cráneo del bebé.
Mientras tanto, parlamentarios estatales y federales, junto con organizaciones provida, han pedido que se investigue a la Universidad de Pittsburgh, que obviamente ha rechazado todas las acusaciones, afirmando que ni la universidad ni sus socios relacionados realizan abortos.
Eclipse siniestro de un personaje sobrevalorado
Sin embargo, según los documentos en poder de Judicial Watch y el Centro para el Progreso Médico, en 2015, la universidad habría solicitado 3,2 millones de dólares en un periodo de cinco años y recibió al menos 2,7 millones. El Centro para el Progreso Médico afirma tener pruebas de que los corazones de algunos bebés abortados siguen latiendo cuando se les extraen los riñones para el experimento. Incluso habría cuotas raciales en el programa universitario para los órganos de niños abortados y desmembrados.
Una auténtica galería de los horrores que arroja más descrédito a un personaje hasta hace unos meses exaltado por los medios liberales por su postura ante la pandemia. Sin embargo, la consternación bipartidista en torno a las nuevas revelaciones muestra lo poderosa, articulada y sin escrúpulos que es la industria del aborto. Los escalofriantes experimentos mencionados revelan la absoluta desproporción entre su inmensa monstruosidad y el casi nulo beneficio que la humanidad obtendría de ellos.
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