En el partido de fútbol americano del campeonato de la NFC celebrado ayer en Los Ángeles, todos los asistentes tenían la obligación de llevar máscaras, excepto cuando comían o bebían activamente. Se colocaron carteles en el marcador y se hicieron anuncios a la multitud para recordar a los asistentes el requisito obligatorio.
Como es habitual, este mandato no se aplicó aparentemente a las élites ricas, poderosas o famosas. El gobernador Gavin Newsom, el rey de los mandatos COVID, no llevaba ayer ninguna máscara mientras se hacía una foto con la leyenda del baloncesto Magic Johnson. Tampoco lo hizo el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti. Tampoco lo hizo la alcaldesa de San Francisco, London Breed, cuyos propios mandatos llegan a exigir que la gente muestre una prueba de vacunación para poder comer en los restaurantes de San Francisco. Los políticos se fotografiaron con Johnson en una lujosa y megacostosa suite.
Aparte de su hipocresía, políticos como Newsom, Garcetti y Breed (por no hablar de Nancy Pelosi, Lori Lightfoot y muchos otros demócratas de izquierdas) siguen demostrando con su flagrante desprecio de los mandatos que imponen que no creen realmente que sean necesarios para proteger la salud pública. Deben pensar que la gente es demasiado estúpida para entender que si los mandatos fueran realmente para proteger la vida y la salud, quienes los imponen se los tomarían en serio.
Pero no lo son, y no lo hacen.
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