La mujer progresista es muy de ideologías de izquierdas, y muy orgullosa lo difunde,
no sea que la confundan con las otras, que al país dicen que hunde.
La mujer progresista de la igualdad entre hombres y mujeres es una ferviente defensora,
pero a costa de empoderarse por encima de estos a todas horas.
Además, como es muy progre, detesta todo lo tradicional,
así que no la verás nunca cosiendo con la aguja y el dedal.
La mujer progresista se queja de que no tiene igualdad laboral,
pero luego reniega de ir a una mina a picar.
La mujer progresista lucha por erradicar los estereotipos sexistas de nuestra sociedad,
no vaya a ser que no aceptemos que un papá puede ser una mamá.
Y como es muy progre, está en todas las redes sociales,
insultando sin escrúpulos, ladrando cual animales.
La mujer progresista vocifera a todas horas el maltrato hacia mujeres por el hombre machista,
ignorando otras violencias sin importarles ni una chispa,
los niños y las abuelos, no entran en su esquema feminista.
La mujer progresista vive muy preocupada por su salud, su cuerpo y su felicidad,
en ese Estado de Bienestar que el Gobierno le ofrece con gran generosidad.
Además, como es muy progre, le molesta una barbaridad,
que no te sensibilices con la Pachamama Universal.
La mujer progresista se esfuerza por emplear el lenguaje inclusivo, para no molestar
especialmente a las mujeres, que no hay que discriminar,
sin olvidarnos de “elles” que se sienten fatal.
La mujer progresista enseña a sus hijos valores de gran prioridad:
la tolerancia, el respeto y la enorme diversidad.
Sin olvidar el transexualismo y la homosexualidad.
Ante los que no se te ocurra ni un momento cuestionar.
Y como es muy progre, en sus asuntos laborales está muy centrada,
aunque por ello vaya arrastrándose de agotamiento y estresada.
La mujer progresista no tiene tiempo de a sus hijos cuidar,
para eso tiene a sus padres que le ahorra un pastizal.
Eso si tiene hijos, porque últimamente, con tanto progresismo,
hasta eso está muy mal visto.
La mujer progresista proclama el aborto como un derecho,
importándole bien poco, el asesinato que se ha hecho.
Además, como es muy progre, no puede dejar de llorar,
cuando le llegan noticias de un animalito que maltratado está.
La mujer progresista saca tiempo para ir a la peluquería,
hace deporte y luce una gran figura.
Sin olvidarse de comprar comida super natural.
La mujer progresista es digna de admiración,
comprometida a tope con la ecología y la globalización,
mientras sus pies lucen zapatillas de Nike de última generación.
Y como es muy progre, no suele ser muy religiosa,
pero religiosamente acude a las mantas y energías tan milagrosas.
La mujer progresista te trata fenomenal,
pero si no piensas como ella, intolerante y homófoba serás.
Qué sería de este mundo sin la mujer progresista, ¡toda una verdadera artista!
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