Desde hace años se ha puesto de moda un tipo de meditación de profundas raíces budistas, conocidas por diversos nombres como el “mindfulness” o “atención plena”. No son pocos los cristianos, que desconocedores de lo que esconde este tipo de meditación, lo practican de un modo similar a lo que supone la oración cristiana. Al principio no se percibe el peligro, pero con el tiempo puede tener terribles consecuencias en nuestra vida, y especialmente para la fe de un cristiano.
Lo primero que hay que distinguir es que la oración y la meditación no son lo mismo.
La meditación consiste en un modo de pensar sobre algo, una situación, acontecimientos o toda nuestra vida en general. Es un modo de encontrarse consigo mismo. Algo muy necesario hoy en día que nos encontramos sumergidos en un ritmo acelerado y con gran ruido a nuestro alrededor que nos impide pensar. Pero junto a la meditación no hemos de olvidar la oración.
Rezar es un encuentro con el Otro que no soy yo, es un salir de mí mismo para tener una relación directa con Dios. Los cristianos, sabedores de que Dios es nuestro Padre, nos dirigimos a él por medio de la oración, haciéndonos transcender más allá de este mundo material. De esta manera, no solo se puede llegar a experimentar gran sosiego y paz interior, sino discernir la voluntad de Dios en nuestra vida.
Meditar sobre la Palabra de Dios es otro modo en el que los cristianos nos enriquecemos y aumentamos nuestra fe.
Sin embargo, la meditación que se realiza por medio de la “New Age” no tiene nada que ver con nuestra relación con Dios.
Las distintas técnicas te van introduciendo en el mundo budista o hinduista, que muy alejado de lo que aparentemente nos muestran con un monje con cara de no haber roto un plato en su vida, encontramos prácticas espirituales que nos pueden introducir en el mundo del ocultismo, esoterismo y el satanismo. Sus raíces tienen relación con las prácticas oscuras de la masonería a finales del siglo XIX[1].
Suena quizás muy exagerado, pero son cada vez más los testimonios y estudios que muestran esta cruda realidad[2]. El aumento de estados de ansiedad y depresión entre los que lo han practicado asiduamente es la evidencia.
El fin de la meditación del New Age es lograr llegar al Nirvana, que supone desprenderse de nuestro yo, nuestro ser, para fundirnos con otro ser del más allá, una especie de energía. Se enseña a despreciar nuestro cuerpo, lo cual va totalmente en contra de nuestra religión cristiana, pues somos templo del Espíritu Santo.
Esta meditación te va alejando de Dios porque te hace centrarte en ti mismo, en un individualismo egoísta, buscando relax y bienestar alejado del sosiego que nos regala el Espíritu Santo. Pero también te aleja de la aceptación del sufrimiento, es decir de la Cruz. Y un cristiano no puede existir sin cruz, es nuestro signo y lo que nos abre las puertas de la vida Eterna.
En cambio, un budista siempre intentará huir del sufrimiento buscando esa vida terrena placentera, de ahí que ignore el pecado y, sobre todo, a Jesucristo como el Hijo de Dios que nos salva y libra de esa esclavitud. No somos nosotros por medio de nuestras fuerzas los que podemos llegar a limpiar ese mal. No somos nosotros los que podemos llegar a alcanzar una relajación plena. Solos no podemos, necesitamos a Dios, nuestro Padre, en nuestra vida, y la meditación de la New Age nos impide llegar a él.
[1] https://www.aciprensa.com/sectas/nuevaera.htm
[2] https://www.religionenlibertad.com/polemicas/61626/mindfulness-nueva-moda-meditacion-compatible-.html