Persecución religiosa en Nicaragua

Mons. Ronaldo Alvarez, Obispo de Matagalpa (Nicaragua) está rodeado por las tropas antimotines de la policía que le impiden salir a dar misa

El régimen nicaragüense se encuentra en un deriva totalitaria y antirreligiosa muy precupante. El pasado jueves 4 de agosto los antimotines de la policía prohibieron al obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, salir del palacio episcopal a dar misa. ¡Le tienen bajo arresto domiciliario!

¿Por qué?¿cuál es su presunto delito? Supuestamente “incitar a ejecutar actos violentos” y pretender “desestabilizar el país”.

¿Ha habido juicio previo con audiencia del interesado? Por supuesto que no. Lo que hay es un simple señalamiento político. Y la policía ejecuta. ¿Estado de Derecho?

Poco antes de su arresto domiciliario, la primera dama, Rosario Murillo, acusó al obispo de Matagalpa de “delito de lesa espiritualidad”. También el diputado sandinista Wilfredo Navarro le acusó poco antes de “estar incitando a la violencia y al desorden”.

¿Y qué hay de realidad en todo esto? Que Mons. Ronaldo Alvarez sostiene que la verdadera Iglesia de Jesucristo es la que proféticamente denuncia los abusos del poder, no busca sus favores, lucha por los derechos del pueblo, plantea propuestas constructivas y no se calla. ¿Es esto incitar a la violencia y al desorden?

Más bien lo que parece es que el régimen de Ortega y Murillo no está dispuesto a tolerar la disidencia. Tiene a siete precandidatos en la cárcel. Además, 120 periodistas han tenido que exiliarse para proteger su integridad y su vida. También 1200 ONGs han tenido que abandonar el país, según denuncia la OEA. ¿También incitan a la violencia y a la desestabilización?

Lo que realmente pasa es que el totalitarismo de Daniel Ortega es tan brutal que ya solo queda la Iglesia como voz disidente. Por eso llevan meses acosando. Tienen a seis sacerdotes en prisión. Forzaron la salida a Estados Unidos del vicepresidente del episcopado nicaragüense, Mons. Silvio Baez, que previamente fue golpeado físicamente dentro de una Iglesia.

Hace algunas semanas las hermanitas de la Madre Teresa fueron expulsadas del país. ¡De noche!, ¡como delincuentes! ¿También inicitan al odio, la violencia y a la desestabilización?

Además, el régimen ha cerrado 8 cadenas de radio de las que 7 seran propiedad de la diócesis de Matagalpa. También ha cerrado el canal de televisión. ¡Es un escándalo! ¿y la libertad de expresión?, ¿dónde quedó?

Desde EEUU ya se ha mostrado la preocupación por la situación. El subdirector de Asuntos Hemisféricos Occidentales del Departamento de Estado de EEUU, Brian Nichols, califica de “brutal asalto de Ortega” a la libertad de expresión y a la libertad religiosa.

El acoso está siendo tan violento que ya ha despertado la solidaridad eclesial. El clero de la diócesis de Matagalpa le apoyó el mismo 4 de agosto, fecha en la que le fue impedida la celebración de la Eucaristía. Por supuesto, también el episcopado nicaragüense se solidarizó.

Pero también la Conferencia del Episcopado mexicano ha mostrado su solidaridad y la CELAM (conferencia episcopal latinoamericana) ha hecho lo mismo.

Porque además de la solidaridad, Nicaragua se convirtió en una especie de laboratorio. Si el acoso antirreligioso no es frenado en Nicaragua es probable que salte a otros países también gobernados por la extrema izquierda como Perú, Colombia, Argentina, Chile o México, países del llamado Grupo de Puebla.

Por eso desde CitizenGO han lanzado una campaña pidiendo al secretario general de la OEA, Luis Almagro, que tome cartas en el asunto. Que garantice la libertad religiosa y de expresión  en Nicaragua y en toda América. Este es el reto principal. Porque además, la libertad religiosa es el test del respeto a los Derechos Humanos. Y de momento Nicaragua no pasa es test…

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