Dignitas, una organización de muerte asistida por médicos con sede en Suiza, insta al Parlamento británico a legalizar la muerte asistida.
Silvan Luley, miembro del personal de Dignitas, argumentó que es “inadecuado e incoherente” que el Reino Unido no haya legalizado esta práctica, señalando que Dignitas ha ayudado a poner fin a la vida de 540 británicos, lo que supone más de una de cada siete de todas sus muertes asistidas.
Según la Ley del Suicidio de 1961, es ilegal animar o ayudar a una persona a suicidarse en Inglaterra y Gales. Luley cree que cambiar la ley proporcionaría una sensación de seguridad a las personas y a los médicos, lo que supondría una mejora considerable.
Se refirió a la muerte por suicidio asistido como “el último derecho humano” y subrayó que ya se está produciendo, por lo que debería legalizarse.
Aparentemente, no le preocupa que a los pacientes de Canadá, por ejemplo, se les ofrezca la eutanasia en lugar de un tratamiento médico real, porque dejar que la gente se haga matar es mucho más rentable que la atención médica habitual.
Los que se oponen al suicidio asistido -es decir, las personas que aún tienen algo de sentido común y una consideración básica por el valor de la vida humana- argumentan que legalizar la muerte asistida podría conducir a un aumento de los malos tratos a las personas mayores, como ha ocurrido en Australia, Nueva Zelanda, EE.UU. y Países Bajos y que la atención debe centrarse en mejorar los cuidados paliativos.
La experiencia de Canadá con el suicidio asistido por un médico se cita como ejemplo, y los estudiosos advierten de que ha provocado un aumento de la discriminación contra las personas discapacitadas. A la gente le preocupa, y con razón, que pueda faltar el acceso a los servicios para discapacitados y a los tratamientos psiquiátricos ambulatorios, pero aun así las personas podrían optar a la muerte asistida.
Una encuesta reciente publicada por el Parlamento británico reveló las dificultades a las que se enfrentan las personas con discapacidad y sus cuidadores debido al aumento del coste de la vida. Más de 10.000 personas respondieron a la encuesta, dos tercios de ellas con discapacidades.
Las respuestas pintaron un cuadro desgarrador de individuos que se sienten desatendidos y privados de sus necesidades básicas. Estos problemas solucionables, como el acceso a la atención y el apoyo, podrían mejorar significativamente su calidad de vida.
La activista británica por los derechos de los discapacitados Jane Campbell destacó el miedo que el suicidio asistido infunde en las personas discapacitadas que dependen de médicos y cuidadores para recibir ayuda y apoyo. Confían en su fe en la vida para que les dé esperanza y fuerza para superar las barreras.
Mientras continúa el debate en torno al suicidio asistido en el Reino Unido, Dignitas presiona descaradamente a favor de la legalización, teniendo en mente su propio beneficio en lugar de los derechos reales y la dignidad de las personas -el derecho a una atención médica adecuada, por ejemplo, y el derecho a vivir con dignidad, con cuidados paliativos adecuados y un amplio apoyo de la sociedad, en lugar de ser asesinados para reducir los costes del seguro, la atención médica, la vivienda, la comida, etc.