Oceanía: todos contra las mujeres que se defienden contra los abusos de los transexuales

El riesgo para la seguridad física de quienes defienden la feminidad es real, y además de la mordaza mediática, la política se arrodilla al servicio del nuevo poder de los lobbies LGBTI y transexuales

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Moira Deeming y Kellie-Jay Keen Minshull, captura de pantalla de YouTube

En Australia, la política, tanto de derechas como de izquierdas, está lidiando con la recién elegida diputada Moira Deeming. La Sra. Deeming se enfrenta a una votación para su expulsión del Partido Liberal (Conservadores) por haber “organizado, promovido y participado” en una concentración del 19 de marzo de “Standing for Women” (SfW) en la que también estuvieron presentes partidarios de la extrema derecha.

En un comunicado emitido tras el acto, Deeming afirmó que ni ella ni SfW habían hecho nada malo y que “al acto asistieron musulmanes, cristianos, ateos y miembros de los partidos Verde, Laborista, LDP y Liberal”.

SfW organiza actos en todo el mundo con el objetivo de animar a las mujeres a hablar libremente sobre el impacto del activismo transgénero en sus vidas. Por estas razones, el líder liberal John Pesutto declaró que la expulsión de Deeming era un “paso necesario” para garantizar que el Partido Liberal fuera “una oposición eficaz” y estuviera “preparado para gobernar” en las elecciones estatales de 2026.

A pesar de la endeblez de las pruebas contra las feministas que luchan contra la ideología transexual y contra la propia Moira Deeming, la acusación de supuesta amistad y apoyo a la extrema derecha se ha extendido como un reguero de pólvora para quemar a todo aquel relacionado con los sucesos de “Standing for Women”. Se espera que la moción de expulsión de Deeming se vote a principios de la próxima semana.

Entre las denuncias y difamaciones públicas, se perdió de vista lo que dijo durante el acto. Deeming leyó las palabras de una de sus amigas, una mujer musulmana que vino a Australia porque “sabía que los derechos humanos se defendían con firmeza” y que se respetarían las diferentes “creencias y límites”.

Sin embargo, tras ver cómo se trata a las mujeres que desafían la ortodoxia transgénero, la amiga musulmana de Deeming se dio cuenta de que “ella tiene más derechos en su país de origen”. Como resultado de toda esta polémica instrumental, las perdedoras serán las mujeres corrientes que participaron en la manifestación, personas corrientes con preocupaciones legítimas sobre el intento cada vez más obsesivo de Australia de imponer la doctrina transgénero a las mujeres y amordazar la política y los partidos.

Sin embargo, Moira Deeming evitó la expulsión del Partido Liberal de Victoria el 27 de marzo, en su lugar fue suspendida durante nueve meses tras una reunión de dos horas sobre su futuro y el del Partido Liberal.

Por otra parte, en Nueva Zelanda en los mismos días Posie Parker una activista por los derechos de la mujer tildada de “TERF” (feministas radicales trans excluyentes) por los activistas transexuales y sus aliados, declaró que la policía le dijo que tenía “suerte de estar viva” tras ser agredida durante una manifestación a favor de las mujeres en Nueva Zelanda.

Parker, cuyo verdadero nombre es Kellie-Jay Keen Minshull es una conocida “TERF” -término peyorativo que significa “feminista radical transexcluyente”- que se ha ganado la ira del lobby trans por sus comentarios en contra del tratamiento de transición para niños y de permitir el acceso de mujeres trans biológicamente masculinas a espacios exclusivos para mujeres, entre otros “discursos de odio”.

Durante una de estas protestas en Auckland atrajo a unos 2.000 manifestantes, según el “New Zealand Herald”, que informó de barreras erigidas para separar a los grupos feminista y LGBTI de “escaramuzas”, así como de un manifestante LGBTI que se estrelló en el escenario donde la mujer intentaba hablar y la roció a ella y a un guardia de seguridad con lo que afortunadamente resultó ser zumo de fruta… por ahora sólo era zumo de fruta pero podría haber sido cualquier otro líquido.

En resumen, en los países más grandes de Oceanía, Australia y Nueva Zelanda, el odio a las mujeres está en su punto álgido, el riesgo de daños físicos a quienes defienden la feminidad es real y, además del amordazamiento de los medios de comunicación, la política se arrodilla al servicio del nuevo poder de los lobbies LGBTI y transexual. Larga vida a las mujeres (¡mujeres!) y a los hombres (¡varones!).

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