Deborah Yakubu, cristiana, estudiante de segundo año de la Escuela Superior de Educación Shehu Shagari de Sokoto (Nigeria), fue apedreada hasta la muerte y su cuerpo fue incendiado. Los asesinos son presuntamente otros estudiantes del colegio, musulmanes, que acusaron a la joven de blasfemia, por haber blasfemado del profeta Mahoma durante una discusión en línea durante el cierre del colegio en el periodo del Ramadán.
Estos son los hechos, ocurridos hace cuatro días, pero que han tenido poco eco en los medios de comunicación, donde lo que parece ser una auténtica persecución religiosa, en un país convulso donde los cristianos están desde hace tiempo en el punto de mira, no parece tener atención ni nacional ni internacional.
El atroz asesinato fue condenado en términos muy duros por el obispo católico de Sokoto, monseñor Matthew Hassan Kukah. La ex ministra de Educación, Oiageli Ezekwesili, y la activista de derechos humanos, Aisha Yesufu, también expresaron su dolor por la muerte de la niña, así como su profunda preocupación por los cristianos de Nigeria y por la libertad de culto del país, que lleva mucho tiempo abandonada.
Muy diferente es la historia que involucra a Atiku Abubakar, candidato presidencial en las próximas elecciones, quien se ha distanciado de un tuit, atribuido a él, condenando el linchamiento de la joven Deborah.
Después de escribir en un post en Twitter que “No puede haber ninguna justificación para un asesinato tan espantoso. Deborah Yakubu fue asesinada y todos los responsables de su muerte deben ser llevados ante la justicia. Mis condolencias a su familia y amigos”, Atiku borró después el tuit.
Posteriormente, debido en parte a las amenazas recibidas por parte de grupos musulmanes de la región norte del país, temiendo entre otras cosas perder sus votos, Atiku se retractó, afirmando que no era el autor del tuit en el que condenaba el asesinato de la niña. Una vez más, se avecinan tiempos difíciles para los cristianos de Nigeria.