¿Tiene sentido hablar de un caso de aborto por violación en una sociedad como la española en la que hay 100.000 bebés abortados anualmente? Todo ello, sin contar con los abortos producidos de forma química. Recordemos que es un país en el que prima una ley de plazos mayormente, donde ya no importan los motivos ni tu supuesto particular.
¿Qué culpa tiene el no nacido de haber sido fruto de un acto atroz? ¿Qué culpa tuvieron Abel y Caín de la desobediencia de sus padres? Quiero aclarar que no podemos confundir la visión cristiana: rechazar el pecado, abrazar al pecador. Y además, mirar nuestra historia de salvación, que solo fue posible por el pecado original, que mereció tal Redentor. Somos libres, el pecado es individual, no se hereda en el árbol genealógico.
Ver culpa donde no la hay nos hace esclavos de un pecado con el que no debemos cargar. No me refiero al bebé, sino al acto, que brilla por su ausencia de amor.
Además, no podemos obviar que Dios permitió su concepción, ¡pero qué digo permitir! Dios se recreó pensando en tu bebé y decidió crearlo. ¿Cómo sino así? Pues las probabilidades de quedar embarazada en el primer acto conyugal son casi nulas. Y con todo eso, son infinitamente mayores que las de quedar embarazada en un acto violento, donde todo tu cuerpo está contraído y la física bloqueada. Es un mecanismo natural que tiene el cuerpo ante el peligro. Tu bebé no era ni una posibilidad entre un millón que acabó convirtiéndose en una maravillosa realidad.
“Antes que Yo te formara en el seno de materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones” – Jeremías 1:5.
¿Que se va a parecer al padre? Claro, así es la genética. Aunque te diré más: así son las batallas, que dejan heridas de guerra tan preciadas que uno, aún pudiendo esperar un cuerpo glorioso renovado, prefiere mantener los boquetes de los clavos. Donde el demonio te hace ver motivo de vergüenza, Dios te anima a sentir orgullo, de amor.
Respondiendo a la pregunta inicial, quizás sí tenga mucho sentido. Por las razones dadas y por muchas más que no pretendo abordar aquí, pero que puedes encontrar en tu corazón. Siempre tiene sentido hablar de las injusticias, más si cabe en una sociedad entregada a la cultura de la muerte, en la que hasta tú, como cristiano, puedes tener respetos humanos para proclamar la verdad.
“Si el aborto no está mal, entonces nada está mal” – Madre Teresa de Calcuta.
La ley del aborto actual sería impensable si no hubiésemos abordado la violación como causal que despenaliza el acto de dar muerte al no nacido. Miremos y volvamos a las raíces. Recuperemos no solo el sentido, sino la vida.
“El infierno está lleno de buenas intenciones. El Cielo, de buenas obras” – Proverbio español.
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