Con los índices de natalidad en mínimos históricos, el número de perros en los hogares españoles supera con mucho el de menores de 14 años. Hablan quiénes lo consideran una unidad de familia tan válida como otra…
No quería entrar en un conflicto con los amos de perros pues yo soy una de ellas. Y no parece efectivo enfrentarnos unos con otros por decisiones de libre voluntad.
Ni tampoco quería sacar el tema de la ley de familias, verdadera producción de formas de convivencia de lo más variopinto. Incluso catalogar a personas y animales como familia.
Sin embargo, por un lado, tenemos el gravísimo problema de la falta de nacimientos y esto ya parece un suicidio demográfico pues parece que se permite y promociona que las personas prefieran no tener hijos.
Por otro lado, tenemos el gravísimo problema de un aumento enorme de personas jubiladas, que ya no cotizan y que tienen una esperanza de vida que se dilata cada vez más en el tiempo.
Lo que se puede resumir en que hay más canas que cunas.
Esto si es un problema y un conflicto entre los que creen en la necesidad de tener hijos y los que desaprueban tenerlos.
Pero, tener perros… con los niños es una gran relación. El mundo animal en casa. Y produce mucho bienestar. Terapias con animales, bebés con animales, adolescentes que aprenden lo que es la responsabilidad y el compromiso…
El problema que veo no es que haya más perros que niños, sino que se quiera sustituir el tener hijos por tener perros. Y que además las personas amantes de tener perros elaboren una tabla equiparando beneficios y pérdidas y decidan tener perros y no tener hijos.
Los hijos con perros, genial. Los hijos sin perros también genial. ¡Los perros sin hijos … ok no todos pueden tener hijos o no quieren! Pero los perros sustituyendo a los hijos, es una locura perversa.
Los perros vestidos, metidos en una cama, llevándolos a pasear en un carrito de bebé, …
Lo de “Ser o no ser” que se decía a si mismo Hamlet en el famoso monólogo que escribió Shakespeare, puede ser modernizado por el de “Tener hijos o tener perros”. Nos están obligando a tener que elegir, cuando las premisas son falsas. No solo porque no hay que elegir una cosa u otra, sino porque lo de tener hijos no debería ser un capricho, un deseo, un impulso para tener a quien cuidar o del que recibir cariño o alguien a quien amaestrar, …
Tener perros si puede ser un deseo. Sin embargo, tener hijos es otra cosa. Es una visión trascendental de la vida y una proyección social de aportación al bien común, garantizando esperanza en el futuro, asegurando el futuro.
Además de ser una proyección personal de generosidad, de eternidad y por supuesto es una respuesta al amor recíproco entre un hombre y una mujer unidos por un vínculo estable y firme, que exige fidelidad, compromiso, servicio, donación. Es construir una casa con unos cimientos fuertes, que soportan una familia abierta a la vida que venga, biológica, acogedora y/o adoptiva.
¡Cuantas familias llenas de hijos y de animales de compañía! Una verdadera simbiosis de la Creación. Se generan vínculos con el entorno, que se cuida y protege. ¡Y luego dicen que las familias numerosas somos contaminantes y destruimos el planeta con tantos hijos, pero verdaderamente somos auténticos agentes que cuidan y defienden el entorno, el planeta!
Si de verdad queremos salvar el planeta, cuidar la casa común, lo de tener hijos es perfecto. ¿O es que queremos un planeta de perros? Parece que nos quieren imponer un mundo con unas cuantas personas privilegiadas que cuidarán del planeta.
Los que pueden viajar en avión, comer carne, respirar expulsando CO2, construir en entornos naturales, modificar el hábitat por capricho o deseos e imponer sentimientos frente a la razón y la voluntad, no depender de vínculos con otras personas, …
Un mundo con solo unos cuantos. El privilegio de vivir y decidir. De ser Dios…
Volviendo al titular. ¡Más perros que niños menores de 14 años! ¿Nos están sustituyendo?
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