El Dr. David Mackereth, un experimentado profesional médico cristiano, fue despedido injustamente por elegir la honestidad y su convicción religiosa por encima de la retórica impuesta de la ideología de género.
En 2019, tras ejercer como médico de urgencias en el Reino Unido durante 26 años, Mackereth fue despedido por negarse a participar en un ejercicio de formación que le obligaba a utilizar los pronombres preferidos de un hipotético paciente transexual, una postura arraigada en sus creencias cristianas.
Su empleador calificó erróneamente esta negativa de “acoso” según la Ley de Igualdad del Reino Unido de 2010 y le despidió.
Mackereth subrayó que su compromiso de ofrecer un trato igualitario a todos sus pacientes era inquebrantable. Sin embargo, cree que la exigencia de utilizar pronombres elegidos es una práctica engañosa, que podría comprometer inevitablemente la calidad de la asistencia sanitaria.
El médico, en defensa de su postura, declaró: “Si estamos introduciendo un principio fundamental de deshonestidad en la práctica médica… eso tiene un impacto muy grande en la calidad de nuestra atención sanitaria”.
Tras su injusto despido, Mackereth inició una demanda por discriminación religiosa contra su antiguo empleador. Desgraciadamente, el Tribunal Laboral desestimó su demanda, dictaminando que sus opiniones de inspiración bíblica sobre el género eran “incompatibles con la dignidad humana”.
Este veredicto fue un rechazo escandaloso de los valores cristianos y esencialmente puso en tela de juicio la validez de la Ley de Igualdad del Reino Unido, que pretende proteger a los ciudadanos del acoso o la discriminación basados en sus creencias religiosas, su identidad de género, entre otras características.
Aunque la decisión fue anulada parcialmente por el Tribunal de Apelación Laboral, la sentencia inicial fue confirmada de forma inquietante por el Tribunal de Apelación.
Este resultado, destacó Mackereth, convirtió de hecho al cristianismo en irrelevante en el mundo moderno. A pesar de la omnipresencia de la ideología transgénero en Occidente, insistió en la importancia de la verdad y en la imposibilidad del cambio de sexo, afirmando así su deber como médico cristiano de defender la honestidad en su práctica.
El caso de Mackereth, apoyado por el Centro Jurídico Cristiano, es potencialmente un caso sin precedentes en el que un tribunal impone la libertad de expresión como condición para el empleo.
Argumentó con razón que su caso tiene implicaciones más amplias para todo el mundo en lo que respecta a la libertad de expresión y a si un empleador puede obligar a utilizar pronombres transgénero.
Mientras prosigue su batalla legal, recurriendo su caso ante un tribunal europeo, Mackereth hace un llamamiento a sus colegas profesionales de la medicina y a los cristianos para que defiendan la verdad sobre la identidad de género, subrayando que “no se nos debe obligar a utilizar pronombres transgénero. Creemos que es deshonesto hacerlo y que es necesario aclarar la situación legal”.
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